Al igual que muchos descubrimientos, la casualidad juega un importante papel, y asiacute; fue también esta vez. Durante una inspección submarina rutinaria en los alrededores de la isla japonesa de Yonaguni, cerca de Taiw'án, los científicos del Centro Geológico Oceanográfico de la Universidad de Ryukyu en Okinawa, descubrieron una estructura que se encuentra a unos docientos metros de la región de Arakawabana. Esta estructura es una serie de construcciones ciclópeas for- madas por rocas perfectamente talladas y se encuentra a unos 30 m. de profundidad, mide 120 m. de largo, 40 m. de ancho y 20 m. de alto, aparenta ser una pirámide escalonada, avenidas, arcadas, columnas hexagonales, escaleras, etc. con dos orificios de unos 90 cms. de diámetro y 1 m. de profundidad que se cree eran para colocar dos pilares hechos de madera. Las ruinas encontradas datan de entre 4.000 o 10.000 años atrás según los exámenes del C-14, de la termoluminiscencia y de las encuestas del "Grupo de Búsqueda Submarina de la Universidad de Ryukyu". La construcción es muy similar a la de la cultura Ryukyu, una fortificación sumergida hace muchos años descubierta en 1995, situada en la costa sur de la isla Yonaguni, al este de Taiwán y al oeste de las islas Iriomote, en el mar de China. Podría ser el recuerdo de un continente que ya no existe o, en todo caso, la prueba de una civilización desconocida, contemporánea de las primeras culturas mesopotámicas y anterior al Egipto de los faraones. Lo que comenzó siendo una curiosidad geológica puede convertirse en el descubrimiento arqueológico más importante del siglo, si lo que parece evidente para muchos investigadores, que se trataría de una estructura artificial, acaba por confirmarse. La construcción tiene un aspecto que ha sido comparado con el de una pirámide escalonada sudamericana o con un zigurat mesopotámico, pero no se encuentra aislada. Junto a ella, como formando parte de un complejo de tipo ceremonial, aparecen los restos de anchos paseos y avenidas flanqueadas por pilones, columnas hexagonales, escaleras, arcadas y diferentes edificaciones, todas construidas con enormes bloques pétreos perfectamente alineados. Todavía más sorprendente resulta que los inexplicables restos submarinos no estén limitados a una única área de la isla. Los investigadores Kihachiro Aratake, el primero en descubrir los restos en Yonaguni, y Masaaki Kimura, geólogo marino de la Universidad de Ryukyu en Okinawa, han hallado ocho lugares con formaciones en apariencia artificiales. Entre éstos, los más interesantes, además de los de Yonaguni, son los encontrados cerca de la ciudad de Naha, en la isla de Okinawa, donde existe una pared formada también con grandes piedras tallada. ¿Se trata de construcciones artificiales? Para Masaki Kimura no cabe duda. Para este geólogo, que lleva 13 años estudiando el enigma, se trata de monumentos construidos por la mano del hombre, dejados por alguna civilización desconocida de Asia. También opina que la construcción de esos monumentos habría requerido un alto grado de desarrollo técnico, así como algún tipo de maquinaria. La antigüedad de los restos no está determinada de forma definitiva, aunque existen una serie de hipótesis. Por un lado, se especula con que las edificaciones podrían haber sido erigidas antes del final de la última era glacial, cuando el nivel de los mares era notablemente inferior al actual. También podrían estar bajo el agua a causa de algún movimiento tectónico producido en tiempos más modernos; no hay que olvidar que todo el archipiélago japonés se encuentra en una de las zonas del planeta de mayor actividad sísmica. Una combinación de estos dos factores también sería plausible. Para Teruaki Oshii, profesor de geología de la Universidad de Tokio, las estructuras son, al menos parte, obra del ser humano, que podría haber aprovechado algunas formaciones geológicas preexistentes para realizar los monumentos. Su origen se remontaría, según el geólogo, al 8.000 a.C., la misma época en que comenzaron su andadura las primeras civilizaciones del valle del Indo o de Mesopotamia. Robert Schoch, profesor de geología de la Universidad de Boston y uno de los investigadores que sostienen una antigüedad muy superior a la aceptada por los arqueólogos para la Esfinge de Giza, ha sido uno de los primeros científicos occidentales que han estudiado las curiosas formaciones. El geólogo añade que se muestra convencido de que tienen una antigüedad de unos 10.000 años si, como él cree, se confirma que, al menos en parte, son artificiales. Las recientes exploraciones submarinas, realizadas por Boris Said y J.J. Hurtak, fueron posibles gracias a la información entregada por herramientas de sensoría remota, luego de haber sido encontrada por primera vez con un pequeño submarino y un grupo de buceo en la primavera de 1995, por el ya mencionado Kimura. El Dr. J.J. Hurtak es un especialista en tecnología de captación remota satelital, presidente de la Academia Para La Ciencia Futura en Estados Unidos, y de la Facultad de Sensoría Remota, de la Universidad Autónoma de México. Se descubrieron una serie de "puentes" de tierra que conectan el archipiélago de pequeñas islas de Ryukyu con las tierras del continente de China. Dichos puentes se hundieron debido a una serie de cambios geológicos, asi como una serie de formaciones topográficas únicas, las cuales pueden haber sido parte de antiguos "templos" o pequeñas "pirámides". El último puente de tierra que conecta las islas con China puede haber aparecido durante el último per´odo glacial a fines del Pleistoceno, conectando una serie de importantes islas a través de Taiwán, Okinawa y Amani-Oshime con el área de Kyushu. El análisis de las filmaciones de estas grandes ruinas por Said y Hurtak en varios lugares en el Pacífico Sur, muestra lo que parecen ser dos grandes templos con muros protegidos y formas bipiramidales. Una de las estructuras es la anteriormente citada, que se encuentra bajo la costa de Yonaguni. La segunda se encuentra a unos 500 Km. de Okinawa en el océano. Desde entonces, se han encontrado siete estructuras adicionales cerca de tres islas diferentes, como si fueran parte de un gran complejo urbano que estuvo alguna vez en estos puentes de tierra. En las filmaciones de estas ruinas sumergidas se pueden ver claramente sendas y avenidas bien delineadas y de diferentes formas, es decir, formas en múltiples niveles, circulares y semi-circulares, las cuales están ordenadas en patrones escalonados perfectamente cortados en angulo recto en la roca, indicando una capacidad de ingeniería de escalas arquitectónicas masivas. Se dice también que, estas construcciones con plataformas o terraplenes, se habrían usado como un centro ceremonial en el que una base pétrea soportaría las paredes y el techo de madera. Tal vez, como propone Kimura, sea un templo dedicado a Narai-Kanai, una deidad de milenaria tradición en Okinawa. O puede que un centro religioso destinado a una divinidad desconocida. En todo caso, si se confirma el origen artificial de las construcciones submarinas japonesas habrá que reescribir la historia del nacimiento de las primeras civilizaciones. Una cultura desconocida floreció en las orillas del Pacífico antes del fin de la era glacial y dejó para la posteridad sus construcciones ciclópeas, curiosamente parecidas a otras de Sudamérica. ¿Existió alguna conexión entre las civilizaciones precolombinas y esa desconocida cultura de Japón? ¿Pudieron llegar hasta América esos antiguos japoneses?. Incluso se plantea la posibilidad de que restos encontrados sean parte del continente Mu, desaparecido bajo el mar como la Atlántida, según diversas leyendas. Un continente que podría ahora comenzar a desvelarnos parte de sus misterios.