Se dice que San Finnen, un abad irlandés del siglo Vl, fue a buscar la hospitalidad de un jefe llamado Tuan Mac Carell, que no vivía lejos del monasterio de Finne, en Moville, Donegal. Tuan rechazó su admisión y el santo se sentó en el umbral del jefe y ayunó durante todo un domingo, durante el transcurso del cual el malhumorado guerrero pagano le abrió la puerta. Se establecieron buenas relaciones entre ellos y el santo regresó con sus monjes.
"Tuan es un hombre excelente", les dijo, "vendrá a consolaros y a contar viejas historias de Irlanda". Este interés humano por las viejas leyendas y mitos del país es un hecho tan constante como agradable en la literatura de la primitiva cristiandad irlandesa. Tuan fue, al poco tiempo, a devolver la visita del santo y le invitó junto a sus discípulos, a su fortaleza. Cuando le preguntaron su nombre y linaje su respuesta fue sorprendente: "Yo soy un hombre de Ulster", dijo. "Mi nombre es Tuan hijo de Carell, pero una vez me llamé Tuan hijo de Starn, hijo de Sera, y mi padre, Starn, fue el hermano de Partholan". "Cuéntanos
la historia de Irlanda", dijo entonces Finnen, y así lo hizo. "Partholan, empezó, fue el primero de los hombres que colonizó Irlanda. Tras la gran peste sólo sobrevivió él, pues no hay nunca un exterminio del cual no sobreviva alguien para contar la historia".
Tuan estaba solo en la tierra y fue de fortaleza en fortaleza, de roca en roca, buscando
refugio de los lobos. Vivió de esta forma durante veintidos años, habitando en sitios deteriorados hasta llegar a un gran estado de decrepitud y vejez. "Entonces Nemed, hijo de Agnoman, tomó posesión de Irlanda -siguió diciendo Tuan-. Él era el hermano de mi padre y le ví desde el acantilado y me mantuve alejado de él. Yo llevaba el pelo largo, estaba lleno de arañazos, estaba decrépito, horrible y miserable. Entonces, una noche dormí y al despetarme me ví convertido en un hombre. Volvía a ser joven y alegre de corazón. Fue en ese instante cuando canté la llegada de Nemed y de su raza, así como mi propia transformación, tengo un nuevo aspecto, una piel áspera y cabellos largos. La victoria y la felicidad son fáciles para mí; no hace mucho tiempo yo estaba débil e indefenso".
Tuan es el rey de todos en Irlanda y así se mantuvo todos los días en Nemed y su raza. Él cuenta como los hombres de Nemed navegaron a Irlanda en una flota de treinta y dos embarcaciones de treinta personas cada una. Ellos se extraviaron durante un año y medio y la mayoría de ellos perecieron de hambre y sed o por culpa de los naufragios. Sólo escaparon nueve -el mismo Nemed con cuatro hombre y cuatro mujeres-. Ellos llegaron a Irlanda y crecieron en número con el paso del tiempo hasta ser ocho mil setenta hombres y mujeres. Luego, misteriosamente, murieron todos. De nuevo la vejez y la decrepitud se apoderaron de Tuan, pero le aguardaba otra transformación:
"Una vez estaba de pie en la entrada de mi cueva -aún lo recuerdo- y supe que mi cuerpo había cambiado de forma. Era un jabalí y sobre ello canté esta canción: Hoy soy un jabalí...
hace tiempo que me sentaba en la asamblea que juzgó a Partholan. Fue cantando y todo ensalzaba la melodía. ¡Cuán agradable fue la tensión de mi brillante juicio! ¡Qué agradable para las mujeres jóvenes y atractivas! Mi carro rebosaba majestad y belleza. Mi voz era grave y dulce. Mi paso era rápido y firme en la batalla. Mi faz estaba llena de encanto. Y ¡hoy!
me he transformado en un jabalí negro". ":Ésto es lo que dije en el convencimiento de que era un jabalí. Luego me volví joven de nuevo y me alegré mucho. Yo era el rey de una manada de jabal7iacute;s de Irlanda; y fiel a cualquier costumbre, volví a ir a todas mis residencias y regresé a las tierras de Ulster, pues era allí donde tenía lugar mis transformaciones cuando me venía la vejez y el abatimiento, y esperé la renovación de mi cuerpo".
Luego Tuan cuenta cómo Semion, hijo de Stariat, se estableció en Irlanda, de quien descendieron los firbolgs y dos tribus más que persistieron hasta tiempos históricos. De nuevo la vejez lo invadió y las fuerzas le abandonaron y en él tiene lugar una nueva transformación.
Se convirtió en una "gran águila", y volvió a disfrutar de renovada juventud y vigor. Luego explicó cómo llegó el pueblo de Dana, "dioses y falsas deidades de las que sabemos que los irlandeses, hombres de conocimiento, surgieron". Después de ellos llegaron los hijos de Miled, que conquistaron al pueblo de Dana. Durante todo este tiempo Tuan conservó su aspecto de águila marina, hasta que un día, viendo que iba a sufrir otra transformación, ayunó durante nueve días, y se apoderó de él un sueño y fue transformado en un salmón. El se alegró de su nueva vida, escapando durante muchos años de las trampas de los pescadores, hasta que un día fue pescado y llevado a la mujer de Carell, jefe del país. "La mujer me vió y me
comió entero y de esta forma pase a su matriz". De esta manera nací de nuevo y es Tuan, hijo de Carell; pero la memoria de sus existencias pasadas y todas sus transformaciones, toda la historia de Irlanda que él presenció desde los días de Partholan todavía permanece en él y él enseñó todas estas cosas a los monjes cristianos, quienes cuidadosamente las
conservaron. Este cuento, con su atmósfera de antigüedad y asombro infantil, nos recuerda las transformaciones del galés Taliesin, quien también se transformó en águila y apunta a la doctrina de la transmigración del alma, que obsesionaba la imaginacióón de los celtas.(*)
(*) Fuente:
Los celtas. Mitos y leyendas; compilación de T. W. Rolleston. Studio editores.