Quizás el Gran Espíritu, Wakan Tanka, estaba enojado con nosotros por alguna razón. Quizá
le dejó ganar a Unktehi porque quiso mejorar como ser humano.
Bien, las aguas crecieron más y más. Todo se inundó a excepción de una colina próxima al
lugar donde yace todavía la sagrada pipa roja. La gente ascendió hasta allí para salvarse,
pero no sirvió de nada. El agua barrió la colina. Las olas derribaron las rocas y los pináculos,
lanzándolos sobre la gente. Todos murieron y la sangre derramada formó un estanque
gigantesco. La sangre regresó hasta donde estaba la pipa y creó el estanque de la pipa, la
sepultura de los antiguos moradores.
Ésa es la razón por la que la pipa, hecha de aquella roca roja, es tan sagrada para nosotros.
Su roja escudilla es la carne y la sangre de nuestros ancestros, su tallo es el espinazo de
esa gente muerta desde hace tiempo, el humo que sube desde allí es su hálito.
Le cuento que, aquella pipa, aquella chanupa, cobró vida cuando se usó en una ceremonia;
puede sentirse el poder que emana de ella.
Unktehi, el gran mostruo de agua, también se convirtió en piedra. Quizá Tunkashila, el Espíritu
Abuelo, lo castigó por crear la inundación. Sus huesos están ahora en las Tierras
malas. Su espalda forma parte de una alta y larga cresta. Pueden verse sus vértebras clavadas
en una gran hilera de rocas rojas y amarillas. Las he visto. Me asusté cuando estuve
sobre aquella cresta se movía a mis pies, pretendiendo que me descalabrase. Entonces, cuando
murió toda aquella gente hace tantas generaciones sobrevivió una pequeña y hermosa niña.
Sucedió por aquí: cuando el agua alcanzó la colina donde ellos trataron de buscar refugio,
un águila que parecía enorme, Wanblee Galeshka, bajó y la cogió de un pie reteniéndola con
sus garras. El águila voló con su carga a la cima de un alto árbol y se posó sobre el pináculo
más alto de la piedra en la Colinas Negras, que era su hogar.
Fue el único sitio que no cubrió el agua. Si la gente hubiese llegado hasta allí, se habría
salvado, pero la roca era lisa, afilada y empinada como los rascacielos que hay ahora en
las grandes ciudades. Mi abuelo me contó que quizás la roca no estaba en las Colinas Negras;
tal vez era la Torre del Diablo, el nombre que los hombres blancos dan a aquel lugar
en Wyoming. Ambos lugares son sagrados. Wanblee se quedó con la hermosa niña y la hizo su
esposa. Entonces había una conexión más cercana entre los humanos y los animales. Su esposa
quedó embarazada y tuvo mellizos, un niño y una niña. Era muy feliz y dijo: "Ahora otra vez
habrán personas, Washtay, eso es bueno". Los niños nacieron allí mismo, en lo alto de ese
acantilado.
Cuando finalmente descendieron las aguas, Wanblee ayudó a los niños y a su madre a bajar de
la roca y los dejó en la tierra, diciéndoles: "Fundad una nación, convertios en una gran
nación -el lakota Oyate-".
El niño y la niña crecieron. Él era el único hombre sobre la tierra, ella la única mujer en
edad de procrear un niño. Se casaron y tuvieron hijos. y así se creó una nación.
Así es que descendemos del águila. Somos la nación del águila. Que es bueno, algo de la
cual enorgullecerse, porque el águila es la más sabia de las aves. Es el Gran Espíritu mensajero,
es una gran guerrera. Es por eso que siempre nos adornamos con plumas de águila, y
todavía lo seguimos haciendo.