La mitología griega está formada por un conjunto de relatos cuyo origen se remonta a una
etapa anterior a la ocupación de la península griega, lo que se demuestra por el paralelismo
con otras mitologías de origen indoeuropeo. La mitología griega se desarolló plenamente
alrededor del año 700 a.C. Estos relatos de transmisión oral fueron de alguna manera "fijados"
por escrito por poetas como Hesíodo quien escribió La Teogonía, Los trabajos y los
días y el Catálogo de las mujeres; y Homero con la famosa Ilíada y la Odisea. Los escritores
posteriores no tuvieron más que acudir a estas fuentes para encontrar argumentos con
los que elaborar sus tragedias como Esquilo, Sófocles y Eurípides, o relatos épicos como
los de Apolonio de Rodas y Virgilio.
Herodoto afirma que Homero y Hesíodo fueron quienes dieron nombre a los dioses y asignaron
a cada uno de ellos su quehacer o cometido, al mismo tiempo que les dieron su forma y atributos;
aún reconociendo la importancia de la fuente no podemos olvidar que, Homero, recoge
en sus escritos una tradición oral que se remonta a varias generaciones que estos autores
se limitan a fijar entre los años 850 a 700 a.C. La mitología griega tiene varios rasgos
distintivos. Los dioses griegos se parecen exteriormente a los seres humanos y revelan también
sentimientos humanos. A diferencia de otras religiones antiguas como el judaísmo o el
hinduismo, la mitología griega no incluye revelaciones especiales o enseñanzas espirituales.
Prácticas y creencias también varían ampliamente, sin una estructura formal como una institución
religiosa de gobierno ni un código escrito, como un libro sagrado. Los griegos creían que los
dioses habían elegido el monte Olimpo, en una región de Grecia llamada Tesalia,
como su residencia. En el Olimpo, los dioses formaban una sociedad organizada en términos
de autoridad y poderes, se movían con total libertad y formaban tres grupos que controlaban
sendos poderes: el cielo o firmamento, el mar y la tierra.
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