Casi terminado el siglo I a.C. y con Augusto ostentando el poder en Roma, el Imperio Romano
pretendió extenderse hasta fronteras naturales que les permitieran una mejor defensa. Por
este motivo comenzó en el 29 a.C. una guerra contra las tribus insumisas del norte de Hispania.
Durante tres años de guerra, los romanos habían desestimado el poder de estas tribus que en
un principio habían considerado fáciles de doblegar. Augusto se vio obligado en el
26 a.C. a personarse en la zona y a organizar toda una campaña bélica para poder doblegar a
los norteños. Ante semejante situación, astures primero y cántabros después cayeron ante el
poder de Roma. Muchos cántabros fueron vendidos como esclavos y trasladados al sur de la
Galia. A pesar de todo, los romanos no consiguieron nunca una paz completa, puesto que en
el 19 a.C. se produjo un nuevo levantamiento, cuyo nacimiento tuvo lugar en la Galia gracias
a la unión de los guerreros cántabros que habían sido vendidos como esclavos. Agripa ordenó
asesinar a todo el que pudiera luchar y de este modo brutal, sofocó la rebelión.
Las guerras cántabras se extendieron durante un período de diez años y nos cabe el orgullo
de haber sido el último pueblo de Hispania al que doblegó el Imperio Romano, aunque incluso
durante el período de dominación, los cántabros dieron a Roma muchos quebraderos de cabeza
a causa de su espíritu indomable y de su rechazo hacia la dominación.
En la actualidad, Cantabria es una Comunidad Autónoma situada en el centro norte de España.
Limita al norte con el Mar Cantábrico, al este con Vizcaya, al oeste con Asturias y al sur
con Palencia y Burgos. Tiene una superficie de 5.342 kilometros cuadrados, una longitud
costera de 72 millas y un clima templado y bastante humedo. En ella el visitante puede pasar
de sus bellas playas a los senderos de montaña, todo en el marco incomparable del color
verde de su vegetación.
La civilización celta y posteriormente la romana dejaron sus profundas raices y, al lado de algunos vestigios que reflejan un mundo fantástico en el que habitan curiosos personajes y que suscita todo tipo de leyendas, fábulas y cuentos populares, creencias en divinidades telúricas y celestes (como las estelas cántabras, expresión de veneración al sol), aparecen referenciados seres fabulosos más o menos humanos o con aspecto de bestias como, animales, duendes, brujas, ninfas, etc. Estos seres intentaban de alguna manera dar una explicación al misterio de la vida y a los fenómenos que se escapan a la razón del hombre. La mayoría de estos personajes tienen conexión con los elementos o fenómenos de la naturaleza como, bosques (árboles), ríos, el mar o la tormenta. Es un mundo propio cuya existencia perdura de padres a hijos para que no quede en el olvido.