La comprensión filosófica y especulativa del mito, plantea la cuestión del vínculo entre
mito y sociedad, como la del filósofo italiano Giambattista Vico, en su Scienza nuova (La
nueva ciencia, 1725), Vico expuso una teoría de cuatro etapas para el desarrollo del mito y
la religión en Grecia. La primera etapa expresaba la divinización de la naturaleza: el trueno
y los cielos se convierten en Zeus, y el mar se convierte en Poseidón. En la segunda
etapa, aparecen los dioses relacionados con la domesticación y la dominación de la naturaleza:
Hefesto, dios del fuego, Démeter, diosa del grano. En la tercera etapa, los dioses
encarnan las instituciones y grupos civiles: Hera, por ejemplo, es la institución del matrimonio.
La cuarta etapa se expresa en la total humanización de los dioses, tal como se
encuentra en Homero. El sociólogo francés Emile Durkheim, al examinar la relación del mito
con la sociedad, recurre a datos de las culturas aborígenes australianas. Durkheim rechaza
la noción de que el mito surge de manifestaciones extraordinarias de la naturaleza. Para
él, la naturaleza era un modelo de regularidad y, por tanto, es predecible y representa el
ciclo de lo ordinario. Concluía que los mitos surgen como respuesta humana a la existencia
social. Expresan la manera como la sociedad representa a la humanidad y al mundo, y constituyen
a la vez un sistema moral, una cosmología, así como una historia. Los mitos y los ritos
derivados de ellos sostienen y renuevan estas y otras creencias morales, evitando que
sean olvidadas, y fortaleciendo a las personas en su naturaleza social.
El antropólogo británico nacido en Polonia Bronislaw Malinowski elaboró aún más esta concepción
sociológica del mito. Para Malinowski, el mito cumple en las sociedades arcaicas y
tribales una función indispensable: expresa, incrementa y codifica la creencia, salvaguarda
y refuerza la moralidad, y contiene reglas prácticas para la guía de los individuos en estas
culturas. La aceptación del significado sociológico del mito es universal entre los antropólogos.
Esta aceptación no implica, sin embargo, que se considere al mito como una función de la
sociedad humana. En realidad, mito y sociedad coexisten; el orden sociopolítico
puede entenderse como un reflejo inexacto del orden social o cósmico que se encuentra en
los mitos, y éstos dan legitimidad al orden de la sociedad.
El antropólogo británico sir James Frazer, en The Golden Bough (La rama dorada, 1890), sugirió
primero la relación del mito con el ritual. Su teoría sirvió para explicar el significado
del mito en las sociedades letradas. El holandés Henri Frankfort, el estadounidense
Theodor Gaster y el danés Thorkild Jacobsen aplicaron los hallazgos antropológicos para
comprender la religión y la sociedad de las culturas del antiguo Oriente Próximo, donde se
desarrollaron algunas de las más arcaicas sociedades agrícolas de la historia humana.
Jacobsen señaló que la imaginativa percepción mítica de las plantas era la base práctica y
filosófica para la domesticación de la vida vegetal, y que la agricultura misma formaba
parte de una percepción tanto del orden cósmico como de la estructura de la sociedad. Gaster
sostenía que ciertos mitos y ritos tenían como función específica la reposición de la
vida y la vitalidad. En las sociedades agrícolas, tales mitos y ritos estaban tan generalizados
en su relación con el orden cósmico y social que otorgan un significado religioso y
mítico a la cultura en su conjunto.
El lingüista francés Georges Dumézil, llevó a cabo extensas investigaciones sobre el mito
indoeuropeo en las culturas india, griega, romana, alemana y escandinava, entre otras, y
dedujo una estructura cosmosociológica común a cada una de esas variantes míticas. Encontró
en todas las formas del mito indoeuropeo una estructura tripartita, con un sacerdote o soberano
en la cúspide de la jerarquía, guerreros en el medio, y granjeros, pastores y artesanos
en la base. Estas clases estaban relacionadas con divinidades cósmicas, y en la forma
narrativa de la épica aparecen dramatizadas las interrelaciones, antagonismos y conflictos
entre estas tres clases. Dumézil no afirma que todas las sociedades indoeuropeas posean esta
estructura social empíricamente, sino que esta estructura actúa como un lenguaje arquetípico
para la enunciación de significados ideales dentro de las culturas indoeuropeas. El
filósofo alemán Ernst Cassirer elaboró las nociones acerca de los aspectos lógico-intelectuales
e intuituivo-imaginativos del mito en su estudio de los significados del mito y del
grupo social. Apoyó además a quienes dicen que el mito surge de las emociones. Insistió,
sin embargo, en que el mito no es idéntico a la emoción de la que surge, sino que es expresión
-objetivación- de la emoción. En esta expresión u objetivación, la identidad y valores
básicos del grupo reciben un significado absoluto. Cassirer creía que el mito y los modos
míticos de pensamiento forman un profundo sustrato en las culturas científicas y tecnológicas
de Occidente.