Cuando los conquistadores toman contacto con las culturas aborígenes del actual Región del
Chaco, en el Siglo XVI, distinguieron tres grupos étnicos, los que a su vez corresponden
con tres familias emparentadas lingüísticamente : Guaycurú, Mataco-Mataguayo y Tonocotes-Lule-Vilela.
Los dos primeros son los Chaquenses típicos. El tercer núcleo ocupaba un territorio no totalmente
chaqueño y sus integrantes eran ajenos cultural y tipológicamente a los chaquenses
típicos; vinculándose más bien a los pueblos andinos pues se hallaban ubicados en la zonas
del Sudoeste chaqueño, llegando hasta el territorio semimontañoso de Tucumán Y Salta.
Su principal actividad de subsistencia era la caza y la pesca. Con la consquista del Chaco
por el hombre blanco, muchos matacos fueron explotados en el trabajo de tala de quebrachos
colorados y en ingenios de azúcar o plantaciones de algodón. Aunque sus dominadores lo
ignoraran, los matacos poseían, y aún conservan, una rica mitología. He aquí uno de sus
cristales, su mito de la creación:
Hubo un tiempo en que la tierra estaba arriba y el cielo abajo. Tanto era la suciedad que
caía que el cielo se quejó y pidió la inversión de los planos. Desde entonces el cielo está
arriba y la tierra abajo. Entre ambos está el territorio de los vientos y las nubes. Bajo
la superficie (ríos, lagunas, bañados, campos, bosques) están bajo tierra y bajo agua.
Cada estrato tiene sus seres. Todo está rodeado por líquido y aire y a lo lejos está el
fuego.
Hubo otro tiempo en que un gran árbol unía los diversos mundos. El de la copa, el de arriba
era el de la abundancia. Los hombres de la faz de la tierra iban allí a proveerse, subiendo
y bajando por este árbol/vínculo de la vida. Mas, un día no cumplieron con sus tradiciones
solidarias, no entregaron lo mejor y más tierno a quienes no podían andar arriba y abajo,
no dieron nada. Los ancianos se quejaron. Llegó el Gran Fuego y ardió todo. El joven Luna
fue eclipsado por el jaguar celeste y sus trozos cayeron en tierra incendiándola. Algunos
quedaron en el mundo de arriba cuando se quemó el Gran Arbol. Son los abuelos, Dapitchí,
los antepasados (estrellas, constelaciones) que cazan por el sendero de los ñandues (la Vía
Láctea). Solo unos pocos honestos y respetuosos se salvaron metiéndose bajo la tierra, pero
desde entonces todo hubo que conseguirlo aquí.
Los seres humanos varones pertenecen a la tierra, surgieron de ella por el agujero del escarabajo.
Procreaban eyaculando juntos en un cántaro de calabaza. En una ocasión notaron
que parte de lo que cazaban o pescaban les era robado. Dada la reiteración dejaron como
observadores al ratón de campo y al loro, el primero no percibió nada y al segundo le ennegrecieron
la lengua. Por fin, el Gavilán, Halcón o Carancho, avisó: extraños seres escapan
como arañas al cielo mientras iban tejiendo sus cuerdas de fibra vegetal. Con la ayuda de
los picotazos de Carancho y una lluvia de flechas algunos seres celestes cayeron incrustándose
en la tierra. Tatú o el Armadillo los sacó con sus uñas. Tenían dos bocas dentadas,
una en medio de la cara, la otra en medio del cuerpo, por ambas devoraban la comida robada.
El Zorro pretendió efectuar una cópula, perdió su pene y le tuvo que ser reemplazado por un
huesito. El frío hizo que se acercaran al fuego encendido por los hombres. Cuando abrieron
las piernas al sentarse, Aguilucho les arrojó una piedra que hizo caer todos los dientes de
la boca inferior menos una que resultó ser el clítoris pues se trataba de mujeres y desde
entonces es que nacen niños y niñas, de hombres y mujeres. Lástima que algunas o son hermosas
porque la mayoría de éstas escaparon al cielo. Como mujeres son de origen celeste, tienen
parte de ese poder, los hombres detentan el poder terrenal.
Igual que en los mundos procedentes, todo comenzó a corromperse, se quebró el equilibrio y
cuando el Arco Iris se ofendió por el accionar no tradicional de las mujeres menstruantes,
comenzó la inundación. La Gran Agua, ahogó todo y hubo de comenzarse un mundo nuevo. Fue
Paloma quien picoteando una semilla hizo brotar un Algarrobo y a su parir recomenzó la naturaleza
los seres de la tierra. Sin embargo, la periódica corrupción de la humanidad les
encadenó un nuevo cataclismo.
Sol, sobrino de Luna, que es mujer y vieja y gorda en verano y joven y delgada en invierno.
Hombres y mujeres habían comenzado a eliminar o devorar sus hijos. Sol, sobrina de Luna,
que es mujer vieja y gorda en verano, joven y delgada en invierno, se quedó quieta, se negó
a seguir su camino. Durante la Gran Noche todo se congeló y cubrió de hielo. Cuando ya
había muerto todo lo contaminado, un muchacho, dotado de poder por su calidad humana soñó
con el Día. Su canto acompañado con sonajas hizo que Sol volviera a salir y recomenzara la
vida. Esta quinta humanidad es la de los "Toba", "Pilagá", "Mocobí", pero también de los
Europeos y otros pueblos.