Al principio la tierra estaba cubierta de agua y todos los seres vivían debajo de ella. Los
hombres, los animales, los árboles y las rocas podían hablar. Estaba oscuro debajo de la
tierra, y las plumas de las águilas se utilizaban como antorchas. Los animales diurnos querían
más luz, pero los animales nocturnos -el oso, la pantera, y la lechuza- querían la
oscuridad.
Después de una larga discusión acordaron jugar al botón y el dedal, y si ganaban los animales
del día, habría luz, pero si ganaban los de la noche, siempre sería oscuro.
El juego comenzó. Las urracas y las codornices, que aman la luz y tienen la vista aguda,
miraron hasta que pudieron ver el botón a través de la delgada madera del palo hueco que
sirvió de dedal. Esto demostró dónde estaba el botón, y en la primera ronda, ganaron los
hombres.
Salió la estrella de la mañana y el oso negro corrió y se ocultó en la oscuridad. Jugaron
nuevamente, y ganaron los hombres. La estrella de la mañana creció nítidamente por el este
y el oso marrón corrió y se ocultó en un lugar oscuro. Jugaron una tercera vez, y ganaron
los hombres. La estrella brilló aún más por el este y el león de la montaña se escabulló a
lo lejos en la oscuridad. Jugaron una cuarta vez y nuevamente ganaron los hombres. El sol
salió por el este, y se hizo de día, y la lechuza voló lejos y se ocultó. Aunque había luz,
los hombres todavía no podían ver bien ya que estaban bajo tierra. Pero el sol estaba lo
suficientemente alto para poder ver a través de un hoyo y descubrir que había otro mundo,
esta Tierra. El sol se lo dijo a los hombres, y todos quisieron subir allí. Hicieron cuatro
montículos para poder alcanzar el mundo superior.
Al este, plantaron en el suelo del montículo toda clase de frutas y moras de color negro.
Al sur, hicieron otro montículo y plantaron toda clase de frutas azules. Al oeste, construyeron
un montículo en el que plantaron frutas amarillas. Al norte, plantaron en el montículo
frutas de varios colores.
Los montículos se convirtieron en montañas y florecieron las plantas, dieron frutos y produjeron
moras maduras. Un día, dos niñas ascendieron para buscar moras y recoger flores
para adornarse el pelo. Repentinamente las montañas dejaron de crecer. La gente se asombró,
y enviaron a Tornado a conocer la causa.
Tornado estuvo en todas partes y buscó en cada rincón, y por último encontró a las dos niñas
y las llevó de nuevo con los suyos. Pero ninguna de las montañas creció más. Ésta es la
razón por la cual los muchachos dejan de crecer cuando van con una mujer por primera vez.
Si no lo hicieran nunca, continuarían creciendo.
Las montañas dejaron de crecer cuando sus cimas todavía estaban muy alejadas del mundo
superior. Sin embargo, la gente trató de llegar hasta él colocando plumas en forma de cruz
para hacer una escalera, pero las plumas no pudieron soportar el peso. Hicieron entonces
una segunda escalera con plumas más grandes, pero nuevamente fueron demasiado débiles. Hicieron
una tercera escalera con plumas de águila, pero éstas no pudieron sostener mucho
peso. Entonces vino un búfalo y ofreció su hombro derecho y otros tres también contribuyeron
con sus cuernos derechos. Los cuernos sí eran resistentes, y con ellos la gente fue
capaz de ascender a través del hoyo hasta la superficie de la tierra.
Pero el peso de todos esos humanos dobló el cuerno del búfalo, que se había curvado desde
el principio. En aquel momento la gente sujetó el sol y la luna con la tela de una araña
para que no consiguieran irse lejos, y los enviaron arriba hacia el cielo para que dieran
luz.
Al principio cuando el agua cubrió la tierra, cuatro tormentas se llevaron las aguas lejos.
La tormenta negra sopló hacia el este y se llevó las aguas hacia el océano oriental. La
tormenta azul sopló hacia el sur y trasladó las aguas en esa dirección. La tormenta amarilla
llevó las aguas hacia el oeste y la tormenta de varios colores se fue hacia el norte y
llevó las aguas hasta allí. Así que las tempestades formaron los cuatro océanos en el este,
el sur, el oeste y el norte. Habiéndose llevado las aguas hacia arriba, las tormentas volvieron
a donde la gente esperaba, agrupada alrededor de la boca del hoyo. El turón salió el
primero, cuando la tierra estaba todavía mullida y sus patas se hundieron en el lodo negro
y han sido negras desde siempre. Enviaron a Tornado a buscarlo, porque no había tiempo. El
tejón salió, pero se hundió demasiado en el lodo y también se le pusieron las patas negras,
y Tornado le llamó para que regresara.
Entonces salió el castor, caminando sobre el lodo y nadando sobre el agua, y de inmediato
comenzó a construir un dique para conservar el agua que todavía permanecía en los pozos. Al
ver que no regresaba, Tornado lo buscó y le preguntó por qué no había vuelto.
"Porque quise conservar el agua para que la gente pudiese beber", dijo el castor. "Bien",
dijo Tornado, y regresaron juntos. La gente esperó de nuevo, hasta que al fin enviaron a la
corneja gris para ver si la tormenta había vuelto. La corneja encontró la tierra seca, y
muchas ranas, peces y reptiles muertos, que yacían sobre el terreno. Comenzó a recoger sus
ojos y no regresó hasta que Tornado la fue a buscar. La gente se enojó cuando la encontraron
comiéndose la carroña, y cambiaron su color por el negro.
Pero ahora toda la tierra estaba seca, a excepción de los cuatro océanos y del lago en el
centro, donde el castor había embalsado el agua más arriba. Entonces, todos los hombres
ascendieron a la tierra.
Viajaron hacia los cuatro puntos cardinales en donde encontraron los océanos del norte, el
sur, el este y el oeste, y como ellos, cada tribu se detuvo donde quiso. Pero los Jicarilla
continuaron alrededor del hoyo de donde habían surgido de las profundidades de la tierra. A
la tercera vez que dieron la vuelta alrededor del hoyo, el gobernante se molestó y
les preguntó dónde deseaban asentarse. Respondieron: "En medio de la tierra". Así que los
condujo a un lugar muy cerca de Taos y allí cerca de los indios Taos, los Jicarilla hicieron su hogar.