Pero Jesús se fue al monte de los Olivos,
2 y muy de mañana volvió al templo. Todo el pueblo venía a él, y sentado les enseñaba.
3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio.
5 Ahora bien, en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tú, pues, ¿qué dices?
6 Esto decían para probarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo.
7 Pero como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: El de vosotros que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
8 Al inclinarse hacia abajo otra vez, escribía en tierra.
9 Pero cuando lo oyeron, salían uno por uno, comenzando por los más viejos. Sólo quedaron Jesús y la mujer, que estaba en medio.
10 Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: Mujer, ¿Dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?
11 Y ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno. Vete y desde ahora no peques más.
Mientras pasaba Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento,
13 y sus discípulos le preguntaron diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?
14 Respondió Jesús: No es que éste pecó, ni tampoco sus padres. Al contrario, fue para que las obras de Dios se manifestaran en él.
De cierto, os digo que el que no entra al redil de las ovejas por la puerta, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y asaltante.
16 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
17 A él le abre el portero, y las ovejas oyen su voz. A sus ovejas las llama por nombre y las conduce afuera.
18 Y cuando saca fuera a todas las suyas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
19 Pero al extraño jamás seguirán; Más bien, huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
20 Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas.
21 Pero el asalariado, que no es el pastor, y a quien no le pertenecen las ovejas, ve que viene el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo arrebata y esparce las ovejas.
22 Huye porque es asalariado, y a él no le importan las ovejas.
23 Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
24 También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también me es necesario traer, y oirán mi voz. Así habrá un solo rebaño y un solo pastor.
Y he aquí, cierto maestro de la ley se levantó para probarle, diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?
26 Y él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
27 El le respondió diciendo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
28 Le dijo: Has respondido bien. Haz esto y vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús dijo: Cierto hombre descendía de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones, quienes le despojaron de su ropa, le hirieron y se fueron, dejándole medio muerto.
31 Por casualidad, descendía cierto sacerdote por aquel camino; y al verle, pasó de largo.
32 De igual manera, un levita también llegó al lugar; y al ir y verle, pasó de largo.
33 Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó cerca de él; y al verle, fue movido a misericordia.
34 Acercándose a él, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino. Y poniéndole sobre su propia cabalgadura, le llevó a un mesón y cuidó de él.
35 Al día siguiente, sacó dos denarios y los dio al mesonero diciéndole: Cuídamelo, y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando vuelva.
36 ¿Cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de ladrones?
37 El dijo: El que hizo misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Vé y haz tú lo mismo.
Aconteció que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
39 El les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre; venga tu reino; sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
40 el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy;
41 y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal.
42 Les dijo también: Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo y va a él a la medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes,
43 porque ha llegado a mí un amigo de viaje, y no tengo nada que poner delante de él.
44 ¿Le responderá aquél desde adentro: No me molestes; ya está cerrada la puerta, y mis niños están conmigo en la cama; no puedo levantarme para dártelos?
45 Os digo que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, ciertamente por la insistencia de aquél se levantará y le dará todo lo que necesite.
46 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
47 Porque todo aquel que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abrirá.
48 ¿Qué padre de entre vosotros, si su hijo le pide pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente?
49 o si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión?
50 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenos regalos a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que le pidan?
FUENTE:
1) WIKIPEDIA, La enciclopedia libre.
2) ESCÉPTICO, profesor universitario en Chicago.
3) Compilado por Thomas Jefferson y Corregido por Eyler Robert Coates, Sr.