LA  BIBLIA  DE  JEFFERSON  O  LA  VIDA 
Y  MORALEJAS  DE  JESÚS DE  NAZARET



CAPÍTULO VII

ENSEÑANZAS Y PARÁBOLAS

En aquel tiempo los discípulos se acercaron a Jesús diciendo: ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
  2 Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
  3 y dijo: De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como los niños, jamás entraréis en el reino de los cielos.
  4 Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el más importante en el reino de los cielos.

¡Ay del mundo por los tropiezos! Es inevitable que haya tropiezos, pero ¡ay del hombre que los ocasione!
  6 Por tanto, si tu mano o tu pie te hace tropezar, córtalo y échalo de ti. Mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.
  7 Y si tu ojo te hace tropezar, sácalo y échalo de ti. Mejor te es entrar en la vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.

¿Qué os parece? Si algún hombre tiene cien ovejas y se extravía una, ¿acaso no dejará las noventa y nueve en las montañas e irá a buscar la descarriada?
  9 Y si sucede que la encuentra, de cierto os digo que se goza más por aquélla que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
10 Así que, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda ni uno de estos pequeños.

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve, amonéstale a solas entre tú y él. Si él te escucha, has ganado a tu hermano.
12 Pero si no escucha, toma aún contigo uno o dos, para que todo asunto conste según la boca de dos o tres testigos.
13 Y si él no les hace caso a ellos, dilo a la iglesia; y si no hace caso a la iglesia, tenlo por gentil y publicano.

Entonces Pedro se acercó y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces?
15 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.

Por esto, el reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos.
17 Y cuando él comenzó a hacer cuentas, le fue traído uno que le debía diez mil talentos.
18 Puesto que él no podía pagar, su señor mandó venderlo a él, junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, y que se le pagara.
19 Entonces el siervo cayó y se postró delante de él diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
20 El señor de aquel siervo, movido a compasión, le soltó y le perdonó la deuda.
21 Pero al salir, aquel siervo halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y asiéndose de él, le ahogaba diciendo: Paga lo que debes.
22 Entonces su consiervo, cayendo, le rogaba diciendo: ¡Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré!.
23 Pero él no quiso, sino que fue y loe echó en la cárcel hasta que le pagara lo que le debía.
24 Así que, cuando sus consiervos vieron lo que había sucedido, se entristecieron ;mucho; y fueron y declararon a su señor todo lo que había sucedido.
25 Entonces su señor le llamó y le dijo: ¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
26 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, así como también yo tuve misericordia de ti?
27 Y su señor, enojado, le entregó a los verdugos hasta que le pagara todo lo que le debía.
28 Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.

Después de estas cosas, el Señor designó a otros setenta, a los cuales envió delante de sí de dos en dos, a toda ciudad y lugar a donde él había de ir.
30 Y les decía: A la verdad, la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
31 ¡Id! He aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.
32 No llevéis bolsa, ni alforjas, ni calzado; ni saludéis a nadie por el camino.
33 En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa.
34 Si hay allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; pero si no, volverá a vosotros.
35 Posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No andéis de casa en casa.
36 En cualquier ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os pongan delante.
37 Pero en cualquier ciudad donde entréis y no os reciban, salid a sus calles y decid:
38 Aun el polvo de vuestra ciudad que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros. Pero sabed esto: que el reino de Dios se ha acercado.
39 Os digo que en aquel día será más tolerable para Sodoma que para aquella ciudad.

Estaba próxima la fiesta de los Tabernáculos de los judíos.
41 Por tanto, le dijeron sus hermanos: Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
42 Porque nadie que procura darse a conocer hace algo en oculto. Puesto que haces estas cosas, manifiéstate al mundo.
43 Pues ni aun sus hermanos creían en él.
44 Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo no ha llegado todavía, pero vuestro tiempo siempre está a la mano.
45 El mundo no puede aborreceros a vosotros; pero a mí me aborrece porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas.
46 Subid vosotros a la fiesta. Yo no subo todavía a esta fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.

Habiendo dicho esto, él se quedó en Galilea.
48 Pero cuando sus hermanos habían subido a la fiesta, entonces él también subió, no abiertamente sino en secreto.
49 Los judíos le buscaban en la fiesta y decían: ¿Dónde está aquél?
50 Había una gran murmuración acerca de él entre las multitudes. Unos decían: Es bueno. Pero otros decían: No, sino que engaña a la gente.
51 Sin embargo, nadie hablaba abiertamente de él, por miedo de los judíos.
52 Cuando ya había pasado la mitad de la fiesta, subió Jesús al templo y enseñaba.
53 Entonces los judíos se asombraban diciendo: ¿Cómo sabe éste de letras, sin haber estudiado?
54 Por tanto, Jesús les respondió y dijo:
55 ¿No os dio Moisés la Ley? Y ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué buscáis matarme?
56 La multitud respondió: Demonio tienes. ¿Quién busca matarte?
57 Jesús respondió y les dijo: Una sola obra hice, y todos os asombráis.
58 Por esto Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres), y en sábado circuncidáis al hombre.
59 Si el hombre recibe la circuncisión en sábado a fin de que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado sané a un hombre por completo?
60 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

Decían entonces algunos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle?
62 ¡He aquí, habla públicamente, y no le dicen nada! ¿Será que los principales realmente han reconocido que él es el Cristo?
63 Los fariseos oyeron que la multitud murmuraba estas cosas acerca de él, y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para tomarlo preso.
64 Así que había disensión entre la gente por causa de él.
65 Algunos de ellos querían tomarlo preso, pero ninguno le echó mano.
66 Luego los guardias regresaron a los principales sacerdotes y a los fariseos, y ellos les     dijeron: ¿Por qué no le trajisteis?
67 Los guardias respondieron: ¡Nunca habló hombre alguno así!
68 Entonces los fariseos les respondieron: ¿Será posible que vosotros también hayáis sido engañados?
69 ¿Habrá creído en él alguno de los principales o de los fariseos?
70 Pero esta gente que no conoce la ley es maldita.
71 Nicodemo, el que fue a Jesús al principio y que era uno de ellos, les dijo:
72 ¿Juzga nuestra ley a un hombre si primero no se le oye y se entiende qué hace?
73 Le respondieron y dijeron: ¿Eres tú también de Galilea? Escudriña y ve que de Galilea no se levanta ningún profeta.
74 Y se fue cada uno a su casa.




FUENTE:
1) WIKIPEDIA, La enciclopedia libre.
2) ESCÉPTICO, profesor universitario en Chicago.
3) Compilado por Thomas Jefferson y Corregido por Eyler Robert Coates, Sr.








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