Mientras ellos iban por el camino, cierto hombre le dijo: ¡Te seguiré a dondequiera que vayas!
2 Jesús le dijo: Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo tienen nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
3 Dijo a otro: Sígueme. Pero él dijo: Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre.
4 Y Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú, ¡vé y anuncia el reino de Dios!
5 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor, pero primero permite que me despida de los que están en mi casa.
6 Pero Jesús le dijo: Ninguno que ha puesto su mano en el arado y sigue mirando atrás, es apto para el reino de Dios.
Después de esto, Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el lugar de los tributos públicos. Y le dijo: ¡Sígueme!
8 Él, dejándolo todo, se levantó y le siguió.
9 Entonces Leví le hizo un gran banquete en su casa, y había un gran número de publicanos y
10 sucedió que, estando Jesús sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban también sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos y le habían seguido.
11 Y cuando los escribas de los fariseos le vieron comer con los pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: ¿Por qué come con los publicanos y pecadores?
12 Al oírlo, Jesús les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. No he venido para llamar a justos, sino a pecadores.
13 Les decía también una parábola: Nadie corta un parche de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. De otra manera, el vestido nuevo se rompe, y el parche tomado del nuevo no armoniza con lo viejo.
14 Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos. De otra manera, el vino nuevo romperá los odres; el vino se derramará, y los odres se perderán.
15 Pero el vino nuevo debe ser echado en odres nuevos.
Aconteció que cuando Jesús terminó estas parábolas, partió de allí.
17 Vino a su tierra y les enseñaba en su sinagoga, de manera que ellos estaban atónitos y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros?
18 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?
19 ¿No Están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, le vienen a éste todas estas cosas?
20 Se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra y en su casa.
21 Y cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban acosadas y desamparadas como ovejas que no tienen pastor.
22 Entonces llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos;
23 A estos doce los envió Jesús, dándoles instrucciones diciendo: No vayáis por los caminos de los gentiles, ni entréis en las ciudades de los samaritanos.
24 Pero id, más bien, a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
25 No os proveáis ni de oro, ni de plata, ni de cobre en vuestros cintos.
26 Tampoco llevéis bolsas para el camino, ni dos vestidos, ni zapatos, ni bastón; porque el obrero es digno de su alimento.
27 En cualquier ciudad o aldea donde entréis, averiguad quién en ella sea digno y quedaos allí hasta que salgáis.
28 Al entrar en la casa, saludadla.
29 Si la casa es digna, venga vuestra paz sobre ella. Pero si no es digna, vuelva vuestra paz a vosotros.
30 Y en caso de que no os reciban ni escuchen vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies.
31 De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable para los de la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad.
He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed, pues, astutos como serpientes y sencillos como palomas.
33 Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y en sus sinagogas os azotarán.
34 Seréis llevados aun ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio a ellos y a los gentiles.
35 Y cuando os persigan en una ciudad, huid a la otra.
36 Así que, no les temáis. Porque no hay nada encubierto que no será revelado, nioculto que no será conocido.
37 Lo que os digo en privado, decidlo en público; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.
38 No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar al alma. Más bien, temed a aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno.
39 ¿Acaso no se venden dos pajaritos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el consentimiento de vuestro Padre.
40 Pues aun vuestros cabellos están todos contados.
41 Así que, no temáis; Más valéis vosotros que muchos pajaritos.
42 Entonces ellos salieron y predicaron que la gente se arrepintiese.
43 Los apóstoles se reunieron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
Después de esto, andaba Jesús por Galilea. No quería andar por Judea, porque los judíos le buscaban para matarlo.
45 Se juntaron a Jesús los fariseos y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén.
46 Ellos vieron que algunos discípulos de él estaban comiendo pan con las manos impuras, es decir, sin lavar.
47 Pues los fariseos y todos los judíos, si no se lavan las manos hasta la muñeca, no comen, porque se aferran a la tradición de los ancianos.
48 Cuando vuelven del mercado, si no se lavan, no comen. Y hay muchas otras cosas que aceptaron para guardar, como los lavamientos de las copas, de los jarros y de los utensilios de bronce y de los divanes.
49 Le preguntaron los fariseos y los escribas: ¿Por qué no andan tus discípulos de acuerdo con la tradición de los ancianos, sino que comen pan con las manos impuras?
50 Llamando a sí otra vez a toda la multitud, les decía: Oídme todos y entended.
51 No hay nada fuera del hombre que por entrar en él le pueda contaminar. Pero lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre.
Cuando entró en casa, aparte de la multitud, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola.
53 Y les dijo: ¿Así que también vosotros carecéis de entendimiento? ¿No comprendéis que nada de lo que entra en el hombre desde fuera le puede contaminar?
54 Porque no entra en su corazón sino en su estómago, y sale a la letrina. Así declaró limpias todas las comidas.
55 Y decía: Lo que del hombre sale, eso contamina al hombre.
56 Porque desde adentro, del dorazón del hombre, salen los malos pensamientos, las inmoralidades sexuales, los robos, los homicidios,
57 los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la sensualidad, la envidia, la blasfemia, la insolencia y la insensatez.
58 Todas estas maldades salen de adentro y contaminan al hombre.
59 Y levantándose, partió de allí para los territorios de Tiro y de Sidón. Y entró en una casa y no quería que nadie lo supiese, pero no pudo esconderse.