Entonces habló Jesús a la multitud y a sus discípulos,
2 diciendo: Los escribas y los fariseos están sentados en la Cátedra de Moisés.
3 Así que, todo lo que os digan hacedlo y guardadlo; pero no hagáis según sus obras, porque ellos dicen y no hacen.
4 Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos mismos no las quieren mover ni aun con el dedo.
5 Más bien, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Ellos ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos.
6 Aman los primeros asientos en los banquetes y las primeras sillas en las sinagogas,
7 las salutaciones en las plazas y el ser llamado por los hombres: Rabí, Rabí.
8 Pero vosotros, no seáis llamados Rabí; porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos.
9 Y no llaméis a nadie vuestro Padre en la tierra, porque vuestro Padre que sstá en los cielos es uno solo.
10 Ni os llaméis Guía, porque vuestro Guía es uno solo, el Cristo.
11 Pero el que es mayor entre vosotros será vuestro siervo;
12 porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres.
14 Pues vosotros no entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando.
15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito; y cuando lo lográis, le hacéis un hijo del infierno dos veces más que vosotros.
16 ¡Ay de vosotros, guías ciegos! Pues decís: Si uno jura por el santuario, no significa nada; pero si jura por el oro del santuario, queda bajo obligación.
17 ¡Necios y ciegos! ¿Cuál es más importante: el oro o el santuario que santifica al oro?
18 O decís: Si uno jura por el altar, no significa nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre el altar, queda bajo obligación.
19 ¡Ciegos! ¿Cuál es más importante: la ofrenda o el altar que santifica a la ofrenda?
20 Por tanto, el que jura por el altar, jura por el altar y por todo lo que está sobre él.
21 Y el que jura por el santuario, jura por el santuario y por aquel que habita en él.
22 Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado sobre él.
23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque entregáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino; pero habéis omitido lo más importante de la ley, a saber, el juicio, la misericordia y la fe. Era necesario hacer estas cosas sin omitir aquéllas.
24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito pero tragáis el camello!
25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de afuera del vaso o del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno.
26 ¡Fariseo ciego! ¡Limpia primero el interior del vaso para que también el exterior se haga limpio!
27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados que, a la verdad, se muestran hermosos por fuera; pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda impureza.
28 Así también vosotros, a la verdad, por fuera os mostráis justos a los hombres; pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos,
30 y decís: Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.
31 Así dais testimonio contra vosotros mismos de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas.
32 ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!
33 ¡Serpientes! ¡Generación de víboras! ¿Cómo os escaparéis de la condenación del infierno?
Estando Jesús sentado frente al arca del tesoro, observaba cómo el pueblo echaba dinero en el arca. Muchos ricos echaban mucho,
35 y una viuda pobre vino y echó dos blancas, que equivalen a un cuadrante.
36 El llamó a sus discípulos y les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que echaron en el arca.
37 Porque todos han echado de su abundancia; pero ésta, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento.
Cuando Jesús salió y se iba del templo, se le acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.
39 Y él respondiendo les dijo: ¿No veis todo esto? De cierto os digo que aquí no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.
40 entonces los que estén en Judea huyan a los montes.
41 El que esté en la azotea no descienda para sacar algo de su casa,
42 y el que esté en el campo no vuelva atrás a tomar su manto.
43 ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que críen en aquellos días!
44 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado;
45 porque entonces habrá gran tribulación como no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni habrá jamás.
46 Pero inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor. Las estrellas caerán del cielo y los poderes de los cielos serán sacudidos.
De la higuera aprended la analogía: Cuando su rama ya está tierna y brotan sus hojas, sabéis que el verano está cerca.
48 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.
49 Pero acerca de aquel día y hora, nadie sabe; ni siquiera los ángeles de los cielos, ni aun el Hijo, sino solo el Padre.
50 Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.
51 Pues como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento hasta el día en que Noé entró en el arca,
52 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.
53 En aquel entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.
54 Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra dejada.
Velad, pues, porque no sabéis en qué día viene vuestro Señor.
56 Pero sabed esto: Si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora habría de venir el ladrón, habría velado y no habría dejado que forzaran la entrada a su casa.
57 Por tanto, estad preparados también vosotros.
58 ¡Quién, pues, es el siervo fiel y prudente, a quien su señor le puso sobre los criados de su casa, para que les diera alimentos a su debido tiempo?
59 Bienaventurado será aquel siervo a quien, cuando su señor venga, le encuentre haciéndolo así.
60 De cierto os digo que le pondrá sobre todos sus bienes.
61 Pero si aquel siervo malvado dice en su corazón: Mi señor tarda;
62 y si comienza a golpear a sus consiervos, y si come y bebe con los borrachos,
63 el señor de aquel siervo vendrá en el día que no espera y a la hora que no sabe,
64 y le castigará duramente y le asignará lugar con los hipócritas. Allí habrá llanto y crujir de dientes.