La historia de Isis y Osiris es la leyenda más importante de toda la mitología egipcia, por
lo que ha estado abierta siempre a diversas interpretaciones. No existe una reconstrucción
exacta de toda la leyenda, salvo el "Tratado de Isis y Osiris" de Plutarco(*), relato helenizado
de la tradición popular.
El relato que se ofrece a continuación se basa en la obra de Plutarco y los textos de Diodoro
de Sicilia fundamentalmente. Los nombres entre paréntesis son los que aparecen en la
obra de Plutarco, identificados con los dioses griegos.
Cuando Ra todavía gobernaba el Mundo, fue advertido de que su hija Nut (Rea), diosa de los
espacios celestes, tenía comercio secreto con Geb (Cronos), dios de la Tierra, y que si en
algún momento diese a luz un niño, este gobernaría la humanidad, por lo que Ra maldijo a
Nut de manera que nunca podría tener un hijo en ningún día y ninguna noche del año ("Así
nunca Nut pueda dar a luz niño alguno ni en el transcurso del mes ni en el transcurso del
año"). Nut pidió consejo al gran Thot (Hermes), dios de la sabiduría, quien por cierto estaba
enamorado de la diosa, de la que también había obtenido favores en su momento. Éste,
por medio de su sabiduría, encontró la forma de evitar la maldición. Thot acudió a Jonsu,
dios lunar, cuyo brillo era entonces casi como el del Sol y lo desafió a un juego de mesa,
en el que Jonsu apostaba su propia luz. Ambos jugaron y la suerte siempre estaba de parte
de Thot, hasta que Jonsu fue derrotado. La apuesta consistía en 1/72 parte de la luminosidad
diaria de la Luna, y desde entonces Jonsu no ha tenido suficiente fuerza para brillar a
lo largo del mes, por eso mengua y se recupera. Con esta luz Thot creo 5 nuevos días, conocidos
como epagómenos, en el calendario que hasta entonces constaba de 12 meses de 30 días
cada uno y los añadió justo al final del año, de manera que no pertenecían ni al año viejo
ni al nuevo. Así Nut pudo tener a sus 5 hijos, y al mismo tiempo se cumplió la maldición de
Ra. Primero nació Osiris, y su nacimiento fue anunciado como el de un dios bondadoso y benefactor
del pueblo (" El gran señor de todas las cosas ha aparecido bañado por la luz").
El segundo fue reservado para el nacimiento de Horus (Apolo), hijo de Osiris e Isis, el
tercero para Seth (Tifón), quien no nació ni en el tiempo que le correspondía ni por el
camino adecuado, sino rasgando el costado de su madre Nut. El cuarto día nació Isis entre
las marismas, y el último Neftis (Afrodita, Teleuté y Victoria).
Osiris, el primogénito, era el heredero del reino y representaba el lado bueno, la regeneración
y la fertilidad de la tierra, mientras que Seth representaba la aridez, el lado oscuro y
las zonas desérticas. Con el tiempo Osiris se casó con su hermana Isis, a quien amaba desde
el vientre de su madre. Seth se casó con Neftis, pues al ser un dios solo una diosa podía
ser su esposa. Isis, la más inteligente de los 4 hermanos, obtuvo con destreza el
nombre secreto de Ra, el nombre que le otorgaba poder y grandeza y con el tiempo Osiris se
convirtió en el Rey de Egipto. En aquellos tiempos la humanidad vivía en estado salvaje,
practicando el canibalismo, y fue Osiris quien enseñó a su pueblo a cultivar los campos,
aprovechando las inundaciones anuales del Nilo, y cómo segar y recoger la cosecha para alimentarse.
También les enseñó como sembrar vides y obtener vino (de ahí la asociación griega
con Dionisio) y la forma de fabricar cerveza a partir del cultivo de cebada. Pero no solo
enseñó al pueblo cómo alimentarse y cultivar sino que le dio leyes con las que regirse en
paz, la música y la alegría y les instruyó en el respeto a los dioses.
Cuando había acabado su función Osiris partió a proclamar sus enseñanzas en otra tierras,
dejando a cargo de Egipto a Isis quien gobernó sabiamente en ausencia de su marido. Pero
Seth odiaba a su hermano, su poder y su popularidad, por lo que mientras Osiris se encontraba
en otras naciones confabuló un plan junto con otros 72 conspiradores y la reina de
Kush (Etiopía), Aso. En secreto obtuvo las medidas exactas del cuerpo de Osiris y fabricó
un cofre de maderas nobles, ricamente adornado, como un Rey se merecía y en el que encajaba
perfectamente el cuerpo de su hermano. Tras el regreso de Osiris, Seth decidió dar un gran
banquete en honor a su hermano, e Isis, enterada de la posible conspiración advirtió a Osiris,
quien no vio nada malo en acudir al banquete. La fiesta, a la que habían asistido los
72 conspiradores, fue grande; las mejores comidas y bebidas y los mejores bailes de todo el
reino. La fiesta y los acontecimientos que se relatan a continuación se produjeron durante
el día 17 del mes Athyr del año 28 del reinado de Osiris.
En un momento de la fiesta, cuando ya los corazones de los invitados estaban jubilosos,
Seth enseñando el cofre dijo, con voz dulce: "Daré este cofre a aquel cuyo cuerpo encaje
perfectamente en él". Los invitados fueron probando uno a uno si su cuerpo encajaba dentro
del cofre, pero ninguno lo obtuvo porque para unos era largo o corto y para otros demasiado
ancho o estrecho. Osiris, maravillado por la grandeza del oro y maderas y las pinturas que
lo adornaban, acercándose a él dijo: "Permitidme probar a mi". Osiris lo probó y viendo que
encajaba afirmó: "Encajo y será mío para siempre", a lo que Seth respondió "Tuyo es, hermano
y de hecho lo será para siempre" y cerró la tapa bruscamente, clavándolo luego con ayuda
de los invitados y sellándolo con plomo fundido. El cofre fue transportado hasta el Nilo
donde lo arrojaron. Hapi, el dios del Nilo, lo arrastró hasta la costa fenicia, junto a la
ciudad de Byblos, donde las olas lo lanzaron contra un arbusto de tamarisco, en el que quedó
incrustado. El arbusto creció y se convirtió en un grandioso Árbol con el cofre incrustado
en su tronco. Pronto se corrió la voz de la grandeza del arbusto por las tierras del
reino y el rey Malcandro, avisado de la extraordinaria apariencia del árbol se acercó al
lugar y ordenó que se talase y con él se formase un pilar que en adelante sujetará el techo
de su palacio.
Isis, enterada de la traición de Seth, se propuso encontrar el cadáver de su marido para
darle la justa sepultura, digna de un dios, y partió en su busca junto a su hijo Horus,
también llamado Horus el Niño o Harpócrates, encontrando refugio en la isla de Buto en la
que vivía Uadyet, a quien los hombres llamaban también Buto o Latona, y le confió a Horus,
temiendo que el odio de Seth acabase con la vida de su hijo de la misma forma que había
acabado con la de su marido.
Isis deambuló por toda la tierra en busca del cuerpo de Osiris, preguntando a todos los que
veía, pero no había hombre ni mujer que conociese el paradero del cofre, y la magia que
Isis poseía no tenía efectos en tales circunstancias. Hasta que encontró a unos niños que
jugaban en la ribera del río, quienes la informaron de la rama del Nilo por la que había
llegado el cofre al mar. Además Isis descubrió meliloto en la corona que Osiris había dejado
cerca de Neftis, signo inequívoco del comercio que éste había mantenido con su hermana
Neftis a quien confundió con la misma Isis. De esta unión nació Anubis a quien Neftis había
escondido al dar a luz por miedo a la posible venganza de Seth. Isis, guiada por perros, le
encontró, le cuidó y alimentó y desde entonces Anubis se hizo su guardián y acompañante.
Después Isis, solicitando siempre la ayuda de los niños, averiguó que el cofre había llegado
hasta la localidad de Byblos, noticia que le había sido transmitida por un viento divino.
Llegó a esta ciudad y se sentó en la orilla del mar. Las doncellas de la reina Astarté,
esposa de Malcandro, bajaban cada día a bañarse e Isis, a la salida del baño, les enseñó
como peinarse, trenzando sus cabellos, y las perfumó con las fragancias que emanaban de su
cuerpo. Cuando las doncellas regresaron a palacio su señora quedó maravillada por sus nuevos
peinados, hasta entonces desconocidos, y por las fragancias con las que habían sido ungidas.
Las doncellas le relataron su encuentro con una mujer que se encontraba en la orilla
del mar, una mujer solitaria y triste que las había peinado y perfumado con sus fragancias.
La reina mandó a buscarla y le propuso a Isis que sirviese en palacio cuidando de su pequeño
hijo que se encontraba débil y enfermo al borde de la muerte. Isis aceptó diciendo "puedo
hacer que este niño sea grande y poderoso, pero lo haré con medios propios y nadie debe
interferir en mi obra". Poco a poco el niño fue creciendo aunque Isis no hizo más que darle
a chupar su dedo, en lugar del seno. Más tarde Isis, que sintió gran afecto por el niño,
decidió hacerlo inmortal, quemando sus partes mortales. Por la noche ponía grandes troncos
en el fuego y arrojaba al niño a las llamas; después se convertía en una golondrina y emitía
grandes lamentos en torno al pilar en el que se encontraba Osiris. La reina preguntó a
sus sirvientes si conocían qué hacía su amiga para que el niño se hubiese restablecido de
esa forma, pero nadie conocía el secreto de la diosa, por eso una noche, ávida de curiosidad
acudió a espiar a Isis y cuando vio que su hijo era arrojado al fuego fue a rescatarlo,
privándole de la inmortalidad. Isis entonces pronunció las siguientes palabras: "¡Oh madre
imprudente! ¿Por qué has cogido al niño?, solo unos días más y todas sus partes mortales
habrían sido destruidas por el fuego y, como los dioses, él habría sido inmortal y joven
por siempre". En ese instante Isis adoptó su verdadera forma y la reina advirtió que se encontraba
ante una diosa. Los reyes ofrecieron a Isis los mejores regalos que podía imaginar
pero ella sólo pidió una cosa: el gran pilar de tamarisco que sujetaba el palacio y todo lo
que en él estuviese contenido. Cuando se lo ofrecieron Isis lo abrió, sin ningún esfuerzo,
y tomó el cofre, devolviendo el pilar al Rey cubierto por una fina tela ungida en esencias
y flores. Este trozo de madera se mantuvo en Byblos como el pilar que una vez albergó el
cuerpo de un dios, y como tal, fue largamente venerado. Cuando Isis recogió el cofre que
contenía el cuerpo difunto de su marido, se estremeció, dejándose caer sobre él y de ella
emergió un lamento tan profundamente agudo que el más pequeño de los hijos del rey quedó
como muerto en ese mismo instante. Isis cargó el cofre en un barco ofrecido por el rey y
partió hacia Egipto en compañía del mayor de los hijos del rey. En la travesía a lo largo
del río Fedros (Ouadi-Fedar actualmente) soplaba un viento extremadamente fuerte y violento
e Isis, en un momento de irritación, desecó el curso. Cuando Isis se creía segura y sola
decidió abrir el cofre que contenía el cuerpo de su marido, a quien besó. Pero el príncipe
se encontraba cerca observándola. Isis le descubrió y fue tal la mirada que surgió de sus
ojos que el hijo del rey falleció en el momento.
A su llegada a Egipto, Isis escondió el cofre en los pantanos del Delta y acudió a Buto en
busca de Horus. Seth, que se encontraba cazando jabalíes una noche, encontró, por la luz de
la luna, el cofre y lo reconoció. Encolerizado por el hallazgo lo abrió, tomo el cuerpo de
Osiris y lo despedazó en 14 trozos que esparció a lo largo del Nilo para que sirviese de
alimento a los cocodrilos. "¿No es posible destruir el cuerpo de un dios?". "¡Yo lo he hecho,
porque yo he destruido a Osiris!" dijo Seth riendo, y su risa se oyó en todos los rincones
de la tierra, y todos aquellos quienes la percibieron temblaron y se estremecieron de terror.
Isis debía empezar de nuevo su búsqueda, pero esta vez no se encontraba sola, contaba con
su hermana Neftis, esposa de Seth, con quien estaba enfrentada en su rivalidad con Osiris y
con Anubis, hijo de Osiris y Neftis. En su búsqueda iba acompañada y protegida por 7 escorpiones,
y en el Nilo viajaba en una barca de papiro, y los cocodrilos en reverencia a la
diosa ni tocaron los trozos de Osiris ni a ella. Por eso en épocas posteriores cuando alguien
navegaba por el Nilo en un barco de papiro se creía a salvo de los cocodrilos, pues
se pensaba que estos todavía creían que era la diosa en busca de los trozos del cuerpo de
su marido. Poco a poco Isis fue recuperando cada uno de los trozos del cuerpo envolviéndolo
en cera aromatizada, y en cada lugar donde apareció un trozo, Isis entregó a los sacerdotes
la figura, obligándoles a jurar que le darían sepultura y venerarían, además de consagrarle
el animal que ellos mismos decidiesen al que venerarían con los mismos honores en vida,
cuando muriese y tras su muerte. Sólo un pedazo quedó por recuperar, el miembro viril, comido
por el lepidoto, el pagro y el oxirrinco, especies que quedaron malditas a partir de
ese momento, y nunca más ningún egipcio tocaría o comería pez de esta clase (estas especies
inspiraban terror a los egipcios). Isis reconstruyó el cuerpo y con su magia asemejó el
miembro perdido, consagrando así el falo, cuya fiesta celebrarían más tarde los egipcios.
Gracias a Anubis lo embalsamó, convirtiéndose en la primera momia de Egipto, y lo escondió
en un lugar que solo ella conocía y que permanece oculto y secreto hasta este día.