El avellano era llamado Coll por los antiguos celtas de irlanda y correspondía a la letra C
del alfabeto druídico Ogham. Coll, equivale al número 9 bárdico y en el calendario arbóreo
ocupa el noveno lugar. Nuestros sabios druidas invocaban la prosperidad y fecundidad de su
tribu bajo los avellanos. El avellano es un árbol consagrado y representa la sabiduría y
los conocimientos humanos. En su simbología observamos, como las fuerzas femeninas de la
Madre Tierra, se hallan en perfecta armonía con las fuerzas celestiales masculinas, a las
que Coll, el avellano está abierto y que quedan latentes en su regazo sin llegar a prevalecer
sobre las femeninas. En la tradición espiritual druídica el avellano expresa el final
de un ciclo, el momento místico en el que el hombre alcanza el conocimiento completo. Así
una vez más nuestro avellano acoge la simbología de la fecundación femenina como un paso
más de superación humana y el hombre accede al conocimiento por el avellano y renace a través
de él, como un Hombre Nuevo.
Aunque el avellano está ligado en la sabiduría arbórea celta, a la apacibilidad, a los remansos
de paz y a los jardines sosegados, tuvo sin embargo, gran importancia entre nuestros
ancestros, gracias a su cualidad de pasar inadvertido. Este árbol nos da ejemplo con su belleza,
con su fuerza ejemplar, con su trabajo humilde, discreto y paciente. Muy diferente
al roble, pues aunque se recuerdan grandes Robles en la historias y sagas de los pueblos,
casi nunca se menciona al avellano que inspiró a las sociedades matriarcales.
En nuestras leyendas y cuentos, sin embargo, si es considerado, venerado y no nos pasa inadvertido:
Tenemos la historia del salmón que se alimentaba de las avellanas de los avellanos del Arte
Poético, en el río Boyne, hasta que Finnegas lo pescó, pero finalmente será
Finn Mac Cumhall, quien adquirió el conocimiento, cuando asándolo para el druida se quemó
el dedo accidentalmente. Introduciéndoselo en la boca como un acto reflejo, adquirió la sabiduría,
el conocimiento, y la inspiración. De esta manera, cada vez que quería conocer algo, a Finn,
le bastaba con introducirse el pulgar en la boca, con el que tuvo su leve accidente y cantar
"Teinn Laida" o la "Iluminación del canto", que junto al "Conocimiento que
ilumina" y "La improvisación del canto", eran 3 prácticas druídicas de suma importancia,
que requerían la utilización de una varita de avellano puesta encima del objeto o persona
sobre la que se quería indagar.