"Adonis" en griego. Era también un título genérico de los dioses (significaba amo, dueño, señor), pero llegó a convertirse en divinidad especial, personal y acaso la más importante de Fenicia a través del Adón de Gebal, o Adonis de Biblos. No conocemos su verdadero nombre, a menos que fuera el Tamuz babilónico. Era un dios joven, una divinidad de la vegetación, singularmente de la primavera, que renace a una nueva vida después del invierno, por lo que no es extraño que se identificara con el egipcio Osiris y que ambos mitos se influyeran con mucha intensidad.
Tenía como misión hacer surgir agua suficiente, de los manantiales y fuentes, para el necesario riego de todas las plantas y su crecimiento. El estado de humedad dependía, por lo tanto, de él y, por esto mismo, se constituía en espíritu de fuentes, manantiales, arroyos y ríos. Aleyin era hijo de Baal. El término Aleyin significaba "el que cabalga sobre las nubes", pues él producía la lluvia y, como consecuencia, por él había suficiente vegetación en la tierra. Era una deidad imprescindible dentro de la mitología, suficientemente pragmática, de los pueblos fenicios.
Hermana del dios Aleyin. Era la encargada de esparcir con su rocío a la Tierra, llamada esta acción por los narradores de mitos como "la grasa de la Tierra". Cuando llega el alba, y el Sol sale, sus rayos rebotan contra el rocío que Anat depositara durante la noche y toda la Tierra adquiere un color plateado y puro.
Astarté, como entre los cananeos, la divinidad femenina más importante, "madre creadora de
los dioses", que tenía por misión infundir sabiduría a los dioses y procurarles consejo
cuando a ella acudían en demanda de ayuda. Ella era la personificación de la fecundidad de
las tierras y los animales y diosa del amor. Recibía especial adoración en Gebal (Biblos).
En la Biblia se la conoce como Ashtoret; en Babilonia, como Ishtar; en la antigua Grecia
como Afrodita. Pero en Biblos se la conocía como Baalat (señora), evidentemente
la versión femenina de Baal (que quiere decir "señor").
Baal (Ba‘al) significa: Señor, dueño, amo. Baal era la deidad cananea mÁs importante porque para ellos controlaba la lluvia, las tormentas, y por lo tanto, la agricultura. Los cananeos creían que él les proporcionaba la prosperidad económica por medio de buenas cosechas y grandes rebaños. Aunque parece que Omri introdujo a Baal, el dios de Tiro, en Israel, fue Acab quien promovió su adoración cuando construyó un templo para este dios pagano en Samaria para complacer a Jezabel, su esposa fenicia. El mito cuenta que Baal, dios de las tormentas, de la lluvia y de las montañas, en unión con su esposa Baalat, es decir, "señora", tuvieron un hijo Aliyan, que junto con su padre luchan contra Mot, Dios de la sequía y el mundo inferior. Baal era llamado Melkart en Tiro, Adonis en Biblos, Amón en Cartago.
Deidad de aspecto anodino y de porte mediocre, y lo representaban con un cuerpo panzudo y rechoncho, casi enano; los cartagineses colocaban, con frecuencia, la efigie de la deidad en la proa de sus navíos.
Nació como el grano divinizado, es decir, estaba asociado con el trigo, pero luego se volvió el más popular de los dioses fenicios del mar y significó esencialmente "pez".
Era la primera de las deidades, no habiendo existido antes que él ninguna otra generación de dioses y así, ocupaba el puesto superior en la jerarquía de los dioses. Se le asoció con el astro-rey, es decir, con el Sol, siendo adorado, desde tiempo inmemorial, por varios pueblos de etnia semita. Estaban sometidos a "El" pueblos enteros; en tanto la tierra le debía su fertilidad, los océanos, mares, ríos y manantiales, el agua. "El" distribuía el tiempo, y por ello era conocido como el "Padre de los años". De acuerdo con la leyenda, su morada se hallaba bastante cercana a la desembocadura de los grandes ríos dotándola el mismo de su caudal. Sin "El" no hubiese habido, decían, ni mañana, ni tarde, ni noche, ni tampoco días o años. Todo, pues, estaba bajo el control de "El". Era el dios fundamental de Ugarit, sabio y justo, que gobierna a los hombres y les comunica sus órdenes por sueños. Regente de lo oculto y sujeto al Hado.
Señor de Sidón cuyo cometido era la curación. Era en sus orígenes una divinidad de la salud y la vida, por lo que los griegos lo tradujeron por Asclepios. Su versión femenina, Ashima, se adoraba en la ciudad de Hamat, en el norte de Siria.
Era el señor de la ciudad de Tiro, que en sus orígenes conmenzó como divinidad solar, pero que acabó apropiándose advocaciones de otras, caso muy general en Fenicia, hasta convertirse en dios marítimo y en verdadero héroe de la ciudad, fuerte y animoso, por lo que los griegos lo identificaron con Heracles.
Era el dios encargado de enviar el suave calor necesario para hacer la tierra fértil para que el fruto surgiera de esta.
Dios asociado con las plagas.
Tenía el poder de predecir el futuro y, según la leyenda hallada en las tablas de arcilla
de Ras Shamra, participó en la lucha entre los dos rivales más célebres de toda la mitolgía
fenicia, es decir, entre los dioses Aleyin y Much. Fue Sapas quien auguró la derrota de
Much ante Aleyin y le maldijo: "Que Aleyin no tenga piedad de ti. ¡Que arranque las puertas
de tu morada! ¡Que rompa el cetro de tu soberanía! ¡Que derribe el trono de tu realeza!".
Sapas, según la mitología fenicia, confería luz a los propios dioses, y los guiaba entre
senderos de salvación cuando éstos habían perdido el rumbo; por todo ello se la conocía con
el sobrenombre de "Antorcha de los dioses". Tenía, además, una función de emisario, pues en
ocasiones excepcionales era enviada por los más poderosos dioses ante, por ejemplo, los
participantes en litigios y contiendas. Cuenta la leyenda que en la lucha que mantenían los
dioses Aleyin y Much, participó como enviada de los dioses para informarse, y para ayudar
decisivamente a Aleyin. Recibió órdenes del propio Baal a través de la diosa Anat, que
también ejercía de recadera de los dioses.
Según algunas versiones, Tanit era la personificación del planeta Venus y, por ende, simbolizaba el amor y el afecto; recibía, en este caso, el nombre de Astarté y se decía de ella era la cara de Baal. Se la ha comparado con la diosa Hera, la esposa de Zeus, según la mitología clásica, pues los cartagineses la adoraban como reina de los dioses y, por lo mismo, la reconocían como esposa del gran Baal Hammón.
Era el señor del norte, idéntico al cananeo Hadad y a veces se le designaba también con este nombre. Era dios del cielo y de la atmósfera, de la tempestad y del rayo, y se representaba con una lanza que el dios clavaba en el suelo. Se identificó con el egipcio Sukhet o Resheph.