EL  MITO  DE  DEMÉTER



Tras la victoria de Zeus, Deméter, se convirtiÉ en su cuarta esposa y le diÉ una hija, que la llamaron Perséfone (en Roma, Ceres, hija de Crono y Rea). Un día, Perséfone, se encontraba lejos de su madre, acompañada de hermosas y graciosas ninfas, estaba cortando florcitas silvestres que crecían en las verdes laderas de Sicilia, de pronto, le llamó la atención poderosamente un narciso de un maravilloso colorido y fragancia tan exquisita que agradaba al cielo, la tierra y el mar –según cuenta el Himno Homérico a Deméter-. Perséfone se dispuso a cortar el narciso cuando la tierra se abrió y emergió Hades, el dios del Tártar y el Abismo, hermano de Zeus, por lo tanto tío de Perséfone. Hades sujetó a la joven y se la llevó en sus dominios subterráneos. Perséfone gritó para avisar a su madre. Su madre alcanzó a escuchar y sospechó que su hija había traspasado la frontera del abismo. Deméter comenzó a sentir un gran dolor en su corazón. Se negó a tomar el alimento y bebida de los dioses. Se quitó el tocado y partió en búsqueda de su hija. Recorrió montañas, cavernas, bosques, cruzó los ríos... Cuando llegaba la noche encendía dos antorchas para continuar la búsqueda en la oscuridad.
En el lago de Siracusa encontró el velo de Perséfone. Luego se encontró con la titánide Hécate que también había oído el grito de Perséfone y le explicó que la cabeza del raptor estaba cubierta de sombras oscuras. Deméter consulto con Helios (el dios sol), quién le confirmó que Hades había sido quién se llevó a Perséfone. Rápidamente toma un carro tirado por dos dragones, cruza el espacio y se presenta ante Zeus pidiendo justicia. Se niega a continuar viviendo en el Olimpo y exige la liberación de su hija.
Deméter toma la decisión de ingresar en el mundo como mortal, disfrazada de anciana. Cierto día mientras descansaba y reflexionaba acerca de su sufrimiento en un camino de la región de Eleusis, pasa por el lugar la hija del rey Celeo que gobernaba el Atica y le pregunta qué le ocurre. Deméter le cuenta que unos piratas la habían tomado prisionera y que luego la habían abandonado en las costas del Atica. Y le pidió a la joven trabajo en el palacio de su padre, ofreciéndose como nodriza, niñera o criada. La hija del rey intercedió ante su padre y Deméter consiguió un trabajo en la corte. Cuando Deméter se sintió amparada por el rey Celeo y los suyos pudo disminuir su sufrimiento. Una criada de nombre Yambe le alegraba los días con sus ocurrencias. El rey Celeo y su esposa Metanira tenían una gran preocupación y angustia por la salud de uno de sus hijos: Demofonte. El niño quedó bajo los cuidados de Deméter quién agradecida por la hospitalidad dada, sana a Demofonte. Le daba a beber ambrosia –el manjar con miel de los dioses-, lo coloca en su regazo, le entrega su aliento curativo y pretende hacerlo inmortal, inmune al dolor y a la miseria humana. Para ello se toma el trabajo de purificarlo con fuego todas las noches. Cuando estaba ya prácticamente por lograrlo en uno de esos días, la madre del niño la sorprende y grita de miedo. Deméter en ese momento revela su verdadera identidad y enojada le grita a la madre: -Tú no sabes distinguir si el destino te está ofreciendo algo bueno o algo malo- Y como el plan de hacer inmortal a Demofonte fracasó, decide enseñarle al niño cómo atraerse el agradecimiento de los mortales. Demofonte aprendió todas las artes de la siembra, la siega y la recolección de los frutos. Además, Deméter, le regaló un carro con dos dragones para que pudiese viajar por todos los lugares del mundo para enseñar a los humanos técnicas especiales en el trabajo de la tierra, sembrar y producir los mejores frutos en total abundancia.
A todo esto, Zeus, comenzó a observar que los frutos se secaban y la tierra permanecía improductiva. Y es que Deméter se niega a bendecir la tierra mientras Perséfone no esté a su lado. Zeus entonces, se vió obligado a buscar un arbitraje ya que tenía el temor de que la raza humana se extinguiera. Comienza por enviar a Iris –el arco iris- para tratar de convencer a Deméter que regrese al Olimpo junto al resto de los dioses, pero, no lo consigue. Tampoco lo logran los posteriores mensajeros. Por último decide enviar a Hermes –consumado mediador y árbitro- para que descienda al Tártaro y realice la negociación con Hades sobre la liberación de Perséfone. Hades no se opuso al pedido de Zeus pero hábilmente da de comer a su amada un grano del fruto del granado –que significa la unión indestructible- quedando por esto Perséfone ligada para siempre al dios del Tártaro. De todas formas se realiza la negociación: Perséfone pasaría la mitad del año con su esposo, en el mundo de los muertos, y la otra mitad con su madre. Este mito servía para explicar el ciclo estacional: mientras Perséfone está con su madre, ésta se alegra y hace que la tierra produzca frutos. Cuando su hija se marcha, Deméter se entristece y la tierra deja de dar frutos.









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