LA  LEYENDA  DE  DEIRDRE



En Irlanda, el rey Connacher de la familia Ulster, celebraba una fiesta cuando de pronto oyó un grito espantoso. El druida, su consejero, le dijo refiriéndose a la esposa del arpista real, que estaba embarazada - El grito ha sido emitido por Deirdre desde el vientre de su madre, la niña será el fin de la Rama Roja, los reyes pelearan entre ellos por su belleza.
Hubo muchos que sugirieron su muerte, pero el rey, intrigado por su belleza, decidió que la niña, tras nacer, fuera llevada a un lugar lejano, y cuando fuera mayor la desposaría. Así fue. La niña fue creciendo, y la joven que la cuidaba, Levarcham, le comunicó un día el deseo del rey de hacerla su esposa.
Deirdre entristeció, hasta que una mañana que salió a pasear como de costumbre contempló un grupo de cuervos. Uno de ellos se posó en su brazo. A ella le recordó al hombre con el que una vez había soñado. Pasó el tiempo y llegó el invierno. Deirdre salió al bosque temprano. Oyó el sonido de unas voces y vio un grupo de cazadores.
Entre ellos reconoció al hombre con el que soñó tiempo atrás. Se acercó a él. Hablaron durante largo rato. Era Naois, el mayor de los hijos de Uisnach. Se enamoraron y decidieron huir juntos. Marcharon hasta llegar a las costas de Alba (Escocia) junto con los hermanos de Naois. Construyeron una casa y allí vivieron. Pero el rey Connacher se enteró y decidió mandar a su emisario para comunicarles que no hacía falta que huyeran. Que podían volver en paz. Deirdre había tenido un sueño que anunciaba un mal presagio. Aconsejó a Naois y a sus hermanos que no volvieran, que todo era mentira. Pero no la escucharon y cuando volvieron a Irlanda el rey ordenó matar a todos, excepto a la muchacha, de la que seguía enamorado.
Encerraron a Deirdre en la torre del castillo del rey. A los treinta días de su encierro, murió y fue enterrada junto a la tumba de Naois. De allí brotaron dos tejos entrelazados.









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