Haré un repaso breve interpretando todos los números que han salido a raíz de las tres
cifras estudiadas, utilizando los conocimientos del Tarot.
Las tres cifras que encontramos en el capítulo 12 de Daniel, nos aportan los números, 3, 6,
9, 12, 15, y 21. Todos ellos múltiplos de 3.
Curiosamente 21 es 12 al revés y es el número de los arcanos mayores en las cartas del
Tarot.
Recordaré al lector que el Tarot es el resumen del antiguo conocimiento egipcio esotérico y
que sólo está al servicio de pocos conocedores, aunque en estos tiempos sea utilizado por
muchos embaucadores, lo que es normal puesto que si asignamos una propiedad a cada una de
las 21 cartas del tarot y las tiramos para interpretarlas, siempre la respuesta será creíble.
Pero esto no significa para nada que la interpretación sea correcta.
El 3. Desde el punto de vista del Tarot el 3 es la Emperatriz y significa la creación, la
potencialidad divina del hombre, el inicio de la obra, la capacidad de empezar o terminar
un proyecto o empresa o de transformarlo. Significa también engendrar vida. Tiene para ello
la potencialidad de crear o modificar y la sabiduría para hacerlo, y también los instrumentos
para llevar a cabo su obra.
El 6. Al sumar 1+5 del número 15, nos da 6, los enamorados, significa confusión, dificultad
en encontrar el camino o la respuesta correcta, ver sin ver y oír sin comprender. El hombre
duda de su capacidad humana para entender su ego y a la divinidad. Duda de su capacidad
para llevar adelante su obra.
El 9. Es el resultado de sumar 4+5 (diferencia de 1335-1290) es el ermitaño, que tiene todo
el conocimiento y la fuerza para empezar la obra, tiene el reconocimiento de la autoridad
tanto civil como de la iglesia, pero busca la verdad renunciando a las pompas y a los fastos,
en definitiva al mundanal ruido. Tiene la sabiduría de la emperatriz pero renuncia al
ego en busca de la luz de la sabiduría. Renuncia al ego a favor de la divinidad. Son los
elegidos pero no porque alguien los elija sino porque ellos eligen el camino de la espiritualidad,
de la búsqueda espiritual de la divinidad. Absorben de ese modo la propia luz de
la sabiduría.
El 12. Resulta de sumar los números que forman 1.335 y 1.290, significa el ahorcado, la
toma de conciencia, se cuelga pero saca la lengua complaciente al burlarse de si mismo y
del mundo que le rodea. Lo tiene muy claro y toma conciencia de ello, tiene la fuerza y la
determinación para hacerlo. Sabe que tiene una labor que cumplir y lo hace sin importarle
las consecuencias. Le llamarán loco, le insultarán; no importa, ya ha tomado una determinación
y la cumplirá cueste lo que cueste.
El 15. La suma de los resultados de las tres cifras presentadas en el capítulo 12 de Daniel
3+3+9 es 15, el diablo, significa tentaciones fuertes, bajas pasiones que nos dominan, dificultades
para encontrar el camino correcto; el mundo físico sometido a las innumerables
tentaciones que conlleva.
En palabras budistas se definiría como la estructura defectuosa del Samsara. El Samsara es
la realidad física que nos rodea, los placeres que no lo son todo, las riquezas que sólo
dan la felicidad temporal, el dinero que es el motor de nuestras vidas y que nos esclaviza
al becerro de oro y las cosas materiales que no nos llenan absolutamente y hace que sigamos
buscando nuestro yo espiritual al no encontrar la felicidad absoluta.
El 21. Por último el 21 significa la culminación de la obra o su transmutación.
La carta tiene en sus esquinas a los cuatro evangelistas y son la transmutación de los cuatro
elementos, tierra, aire, agua y fuego en ellos, el descubrimiento del mundo espiritual
desde el físico.
Veamos cómo ligan entre si las cartas utilizadas.
El hecho de que Dios facilite al hombre a través de su profeta Daniel hace más de dos mil
años la fecha del fin de los tiempos contenida en la profecía sellada de Daniel, es el inicio
de la obra, es lo que significa el 3.
La razón por la que las tres cifras que contiene, estén en clave en su formulación es crear
mucha confusión para su interpretación, y hace que sea difícil su resolución correcta.
Dudamos de nuestra capacidad para interpretarla, el 6.
El que tenga el conocimiento que encuentre la clave. Debe ser alguien que busca por encima
de todo a Dios, y a su yo espiritual, el 9.
El 12, el ahorcado. Tiene que ser valiente, tomar una fuerte determinación para explicar al
mundo la verdad contenida en estas claves, y ello implica una toma de conciencia y un esfuerzo,
porque muchos no lo creerán y lo llamarán loco.
Por último Dios no puede olvidarse del demonio, y aparece en el 15 recordándonos porqué no
se ha descubierto esta fecha hasta ahora, y por qué pese a conocerse desde ahora, seguiremos
actuando igual, con lo que llegaremos a ese día, que sin duda será el más importante
para la humanidad, sin que los poderes públicos ni la Iglesia ni ning´n poder fáctico reconozca
seriamente esta posibilidad, y en consecuencia sin haber intentado mejorar nuestro
comportamiento como especie.
El 21 el final de la obra maestra de la creación, el fin del mundo actual, momento donde
cambiaremos de escenario y de actores en compañía de nuestro Creador. El mundo, la obra
realizada, el fin de la obra teatral, que en este caso podemos interpretar como el fin del
mundo, como si la "Divina Comedia" se acabara.
Y por si quedara alguna duda todavía, tenemos que las tres cifras contenidas en el capítulo
12 de Daniel, lo están en el versículo 7, el 11 y el 12.
El 7 es el carro. Representa apoyo cósmico para la realización de la obra, la alquimia que
hace que podamos pasar del ego a la divinidad, el apoyo de otras fuerzas no humanas de las
otras dimensiones, que ayudan a que se lleve adelante la obra.
Aunque significa también que se debe elegir bien, pues hay dos caminos, uno correcto y otro
no. Quizás si la humanidad eligiera el camino correcto no se cumpla lo que está escrito.
Pero ¿quién nos va a hacer caso?.
Si fuera cierto el refrán de que cuando el río suena agua lleva, veríamos como hay muchas
películas que hablan del fin del mundo, "El final de los días", la serie de películas basadas
en Dámien, "La Profecía del diablo", etc, pero nadie se lo cree en serio. El hombre que
es el único animal dotado de la capacidad de pensar que él es él, no se plantea seriamente
la posibilidad de que el mundo donde vive se pueda acabar. Está escrito y sucederá.
El 11 es la fuerza del destino, una mujer que abre con sus manos las fauces de un león, y
eso sólo puede hacerse porque el destino lo tiene marcado. Significa que está escrito y que
pasará porque es la fuerza del destino. Existe un principio esotérico aceptado generalmente
que dice "lo que tiene que pasar pasará". Ese es el 11.
Además en el Apocalipsis de San Juan en el versículo 3, del capítulo 11 aparece la cifra
1.260.
El número 42 en Apocalipsis de San Juan en el versículo 2, del capítulo 11. 11 = 1+1 = 2.
En el tarot el 2 es la sabiduría, el conocimiento oculto.
42 = 4 + 2 = 6. Los enamorados, la duda, el misterio, lo oculto, lo que es difícil de descifrar.
El 11 es la fuerza del destino.
El 3 es la creación, el inicio de la obra, la acción.
1.260 = 1 + 2 + 6 + 0 = 9. El Ermitaño el reconocimiento del ser divino, ante la renuncia
del ego.
9 = 3 + 3 + 3 La trilogía, o la trinidad, si se prefiere.
En definitiva significa que Dios inicia la creación del mundo, nos indica cuando se acabará
su creación en el planeta Tierra, nos confunde con una clave simple pero difícil de encontrar,
que nos lleva a una confusión permanente, pero está escrito en las estrellas que pasará,
que se encontrará la clave, que se difundirá el mensaje, y que el demonio se encargará
de que no se cambie de rumbo, con lo que el final será inexorable, el fin del mundo como
lo entendemos ahora. Con lo que resulta evidente que el fin del mundo será un hecho que no
podemos evitar.
Esto no significa catastrofismo, sino plantar cara a la posibilidad de que realmente el
mundo se acabe, con lo que debemos tomar conciencia de ello y actuar en consecuencia, escuchando
nuestra conciencia.
Si realmente sucede dentro de unos años lo que en este libro recojo como hipótesis válida y
rigurosa a tenor de las informaciones contenidas en la Biblia, tiene el lector la posibilidad,
que nunca antes ha tenido nadie en la tierra, de poder descubrir a Dios casi científicamente.
Si pasa lo que sostengo en el libro, si se declara la Tercera Guerra Mundial, el mundo se
acabará tal y como lo entendemos ahora; pero tendremos la oportunidad de salvar nuestras
almas, al poder ver que si pasa es porque Dios nos indicó que pasaría.
Cristo nos habla de su venida y del Juicio Final en sus Evangelios, con lo que por primera
vez en la Historia de la humanidad podremos descubrir a Dios empíricamente, porque estamos
avisados previamente de que sucederá.
Si no podemos salvar nuestros cuerpos físicos, ni podemos hallar ningún sitio donde refugiarnos,
porque la hecatombe nuclear borrará todo indicio de vida humana en la tierra,
debemos concentrar nuestras energías en salvar nuestras almas, no nuestros cuerpos, no
habrá nada que podamos hacer para salvarlos.
Ojalá me equivoque de tiempo y no pase nada de lo que está escrito en estos próximos años.
¡Ojalá!.