- La sexta trompeta
San juan 9,13 Tocó el sexto ángel. Entonces oí una voz que venía de las cuatro esquinas del
altar de oro colocado delante de Dios,
14 y que le dijo al sexto ángel: "Suelta a los cuatro ángeles encadenados a orillas del
gran río Eufrates". Y soltaron a los cuatro ángeles que esperaban la hora, el día, el mes y
el año, listos para exterminar a un tercio de los hombres.
16 El número de los soldados a caballo era de doscientos millones; es el número que oí. En
mi visión yo vi a esos caballos y a quienes los montaban.
17 Éstos llevan corazas color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos
son como cabezas de leones, y de sus bocas sale fuego, humo y azufre.
(Nota del autor. ¿Cómo describiría un profeta de hace dos mil años un moderno ejército de
carros de combate, viendo como disparan sus cañones y sus misiles?).
18 Entonces un tercio de los hombres fue exterminado por estas tres plagas: el fuego, el
humo y el azufre que los caballos lanzaban por el hocico.
19 Porque el poder de los caballos está en el hocico, pero también en sus colas. En efecto,
éstas son como serpientes, y tienen cabezas con las que hacen daño.
(Nota del autor, ¿puede referirse a misiles lanzados desde tanques modernos&363;).
20 Sin embargo, los demás hombres que no fueron exterminados por esas plagas, no se arrepintieron
de las obras de sus manos, dejando de adorar a los demonios, a los ídolos de oro
y de plata, de bronce y de piedra y de madera, los cuales no pueden ver, ni oír, ni andar,
21 ni se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de su fornicación, ni de
sus robos.
10,1 Vi después a otro ángel vigoroso que bajaba del cielo envuelto en una nube. El arco
iris rodeaba su cabeza, su cara era como el sol y sus piernas como columnas de fuego.
2 En la mano tenía un librito abierto. Colocó el pie derecho sobre el mar y el izquierdo
sobre la tierra
3 y gritó su anuncio con voz tremenda, semejante al rugido del león. Y al momento los siete
truenos entregaron su propio mensaje.
4 Yo me preparaba para escribir lo que habían dicho los siete truenos, cuando una voz desde
el cielo me dijo: "Guarda en secreto las palabras de los siete truenos y no las escribas".
5 Entonces el ángel que yo había visto de pie sobre el mar y la tierra, levantó la mano derecha
al cielo, jurando por el que vive por los siglos de los siglos y que creó el cielo,
la tierra, el mar, y cuanto hay en ellos. Dijo "Ya no habrá más demora,
7 pues en el momento en que oiga el séptimo ángel tocar la trompeta, entonces se habrá cumplido
el plan misterioso de Dios, como Él lo anunció a sus siervos los profetas".
8 Y la voz que me había hablado del cielo se dirigió de nuevo a mi y me dijo: "Acércate al
ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra, y toma el librito que tiene abierto
en la mano".
9 Fui, pues, donde el ángel a pedirle que me lo pasara; él me respondió: "Tómalo y cómetelo
será amargo para tu estómago, aunque en tu boca sea dulce como la miel".
10 Tomé el librito que me pasaba el ángel y me lo comí. En mi boca era dulce como la miel,
pero cuando terminé de comerlo, se volvió amargo en mi estómago.
11 Entonces me dijeron: "Es preciso que de nuevo profetices a los pueblos, a las naciones a
las lenguas y a los reyes numerosos"".
- La séptima trompeta
11,15 Tocó el séptimo ángel; entonces resonaron grandes voces en el cielo: "Ahora el mundo
ha pasado a ser reino de nuestro Dios y de su Cristo. Sí, reinará por los siglos de los siglos".
Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus sillones delante de Dios se postraron
para adorar a Dios,
17 diciendo: Te damos gracias, Señor, Dios Todopoderoso, que eres y que eras, por haber empezado
a reinar valiéndote de tu poder invencible. Las naciones se habían enfurecido, pero
llegó tu enojo, el momento de juzgar a los muertos, de premiar a tus siervos los profetas,
a tus santos y a cuantos honran tu Nombre, ya sean grandes o pequeños, y de destruir a los
que destruían la tierra.
(Nota del autor. La contaminación del planeta tierra da motivo a los santos del cielo para
festejar el que Dios elimine a los hombres que contaminan y destruyen su obra).
19 En ese momento, se abrió en el cielo el santuario de Dios; dentro del santuario se pudo
ver el Arca de la Alianza de Dios. Y se produjeron relámpagos, truenos y rumores, terremoto
y fuerte granizada.
El profeta Zacarías nos describe cómo será la consecuencia de la tercera guerra mundial en
los hombres y mujeres de los países que atacarán Israel, y por ende el resto.
Zacarías 14,12. A todos los pueblos que lucharon contra Jerusalén el Señor les impondrá el
siguiente castigo: Se les pudrirá la carne mientras estén en pié, se les pudrirán los ojos
en las cuencas, se les pudrirá la lengua en la boca.
13 Aquel día les asaltará un pánico terrible enviado por el Señor. Cuando uno agarre la mano
de un camarada el otro volverá su mano contra él.
14 Hasta Judá luchará contra Jerusalén. Arrebatarán las riquezas de los pueblos vecinos;
plata y oro y trajes innumerables.
15 Los caballos, mulos, burros, camellos y demás animales que haya en los campamentos sufrirán
el mismo castigo.
(Nota del autor. ¿No es una excelente manera de describir las consecuencias de la exposición
directa a una bomba nuclear moderna?, porque el lector convendrá conmigo que hasta
ahora ninguna arma podía hacer pudrir la carne del enemigo mientras éste estaba en pié).
- Las siete copas. Sigue la descripción de la batalla de Harmagedón.
San Juan. Capítulo 16. Las siete plagas de los siete ángeles.
16.1 Del templo oí una gran voz que decía a los siete ángeles: Id y derramar las siete copas
de la ira de Dios sobre la tierra.
2 Fue el primero y derramó su copa sobre la tierra, y sobrevino una úlcera maligna y perniciosa
sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y que se postraban ante su imagen.
3 El segundo derramó su copa sobre el mar, y se convirtió en sangre como de muerto, y murió
todo ser viviente en el mar.
4 El tercero derramó su copa sobre los ríos y sobre la fuentes de las aguas, y se convirtieron
en sangre.
5 Y oí al ángel de las aguas que decía: Justo eres tú, el que és, el que era, el Santo,
porque así has juzgado.
6 Pues que derramaban la sangre de los santos y de los profetas, tú les has dado a beber
sangre; bien se lo merecen.
7 Y oí al altar que decía: "Sí, Señor, Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios".
8 El cuarto derramó su copa sobre el sol, y fuere dado abrasar a los hombres con el fuego.
9 Eran abrasados los hombres con grandes ardores, y blasfemaban el nombre de Dios que tiene
poder sobre estas plagas; pero no se arrepintieron para darle gloria.
10 El quinto derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino se cubrió de tinieblas
y de dolor se mordían las lenguas.
11 Y blasfemaban del Dios del cielo a causa de sus penas y de sus úlceras pero de sus obra
no se arrepentían.
12 El sexto derramó su copa sobre el gran río Eufrates, y se secó su agua, de suerte que
quedó expedito el camino a los reyes del naciente del sol.
13 Y vi que de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta
salían tres espíritus inmundos como ranas,
14 que son los espíritus de los demonios, que hacen señales, que se dirigen hacia los reyes
de la tierra para juntarlos a la batalla del día grande del Dios todopoderoso.
15 He aquí que vengo como ladrón; bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos para no
andar desnudo y que se vean sus vergüenzas.
16 Y los juntó en el sitio que en hebreo se llama HARMAGEDÓN.
17 El séptimo derramó su copa en el aire, y salió del templo una gran voz, que procedía del
trono de Dios, diciendo: Hecho está.
18 Y hubo relámpagos, y voces y truenos, y un gran terremoto, cual no lo hubo desde que
existen los hombres sobre la haz de la tierra.
19 La gran ciudad se hizo tres partes, y se hundieron las ciudades de las naciones, y la
gran Babilonia fue recordada delante de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de su
cólera.
20 Huyeron todas las islas y las montañas desaparecieron.
21 Una granizada grande como de un talento, cayó del cielo sobre los hombres, y blasfemaron
los hombres contra Dios por la plaga del granizo, porque era grande en extremo su plaga.