Ciclo de -400 á 400 E. C.:
El Helenismo
Si bien el ciclo político griego toca a su fin con un último destello en las conquistas de
Alejandro Magno, y su unificación del mundo helénico, su fase cultural se prolonga más allá
de esta fecha, y nos encontramos aún en este final con nombres y obras que dan a conocer la
cultura griega: así Aristóteles (-384 / -322), Epicuro (-342/-279), Aristarco de Samos
(-310/-230) y Arquímedes (-278/-212); pero todos son consecuencia final y recapitulación de
la evolución del ciclo precedente.
Las posiciones de los astros se habían determinado con una precisión notable, así Kiddinu ó
Cidenas (ca. -380/-340) había calculado la duración el mes sinódico en 29d. 12h. 44m. y 3,3
seg., siendo realmente ésta de 29.12.44.2,7. Pero las observaciones se tenían ya desde el
Paleolítico, con lo que arrastraban una antigüedad de más de 10.000 años probablemente.
Eudoxio de Cnido (-408/-355) ya citado (n.93), creó el sistema de círculos que explicaba
los complejos movimientos planetarios, y tiene también un tratado sobre los Fenómenos muy
comentado, y asimismo, según Diógenes Laercio, un Tratado de Astrología. Hay que advertir,
sin embargo, que por "astrología" en un principio se entiende todo lo que se relaciona con
el cielo y la atmósfera, pudiendo referirse a meteorología, astronomía ó lo que actualmente
se conoce como adivinación ó bien la astrología propiamente dicha.
Aristóteles hizo pasar por el tamiz de su sistema filosófico todos los conocimientos acumulados
por el anterior ciclo, y su filosofía sirvió de canon a los ciclos romano y medieval
europeo, y en especial a la escolástica cristiana. Su parte referente a la astrología se
comprendia en algunos tratados como De caelo, Metheorologicas, De Universo y De fato, referentes
a cosmología; aunque no están dedicadas específicamente al tema que nos ocupa, pueden
informarnos de la concepción griega de su tiempo.
El número de astrólogos en Grecia aumentó como consecuencia de las migraciones del final
del período anterior (-1.200/-400); los sabios caldeos de la diáspora se trasladaron a
Atenas y otros lugares al ser esta la zona en desarrollo más favorable y centro político
dominante. Según Diógenes Laercio (ca. 150 E.C.) en sus Vidas de los filósofos más ilustres
los horóscopos de Alejandro, Antígono, Seleuco y Nicanor así como otros personajes notables
se había hecho con gran precisión, aunque ignoramos el nombre de quienes los levantaron.
Del primer caldeo que tenemos noticia es de Beroso, quien se estableció en Cos hacia -330,
con una escuela de astrología. Este había sido sacerdote de Belus en Babilonia, y esto le
facilitó conocer los archivos de sus templos; de allí recopiló una Historia de Caldea. El
libro tenía una primera parte dedicada a cosmogonía, en la que parece exponía el sistema
astrológico caldeo; luego tenía la historia de este pueblo, que constaba de 10 reyes anteriores
al Diluvio, correspondientes a los Patriarcas del Génesis hebreo los cuales reinaron
432.000 años. Puesto que la cronología antediluvial es lunar, equivalen a 35.000 años solares.
Sin embargo, existe la equivalencia de 432.000 = 12 * 36.000 = 12 * 12 * 3 * 1.000 lo
que nos hace pensar en números sagrados (base duodecimal) ó teóricos. No obstante, la fecha
también se incluye en la época de las "marcas de caza" ó incisiones calendáricas investigadas
por Marshack lo cual apoya su verosimilitud como historia de la última glaciación, y la
cultura paleolítica. La historia completa se ha perdido, pero fragmentos de ella pueden
encontrarse en Eusebio, Josefo, Vitruvio, Séneca y Plinio principalmente. También tradujo
al griego la obra astrológica de Sargón el Antiguo, asimismo pérdida. Enseñó cosmología y
astrología judiciaria y alcanzó tal fama entre los atenienses que le levantaron una estatua
en el gimnasio de la ciudad, que lo figuraba sosteniendo una lira de oro.
De lo poco que conservamos de sus escritos, que hubieran sido del mayor interés por transmitirnos
directamente los conocimientos de las escuelas caldeas, sabemos que afirmó la
doctrina de las Grandes Conjunciones y los cataclismos causados por ellas según los diversos
puntos del Zodíaco donde se producen. Según esto, cuando la Conjunción se da en Cáncer,
el mundo perece por el fuego; si en Capricornio, por el agua, etc. El mismo origen tiene la
doctrina de Séneca (Cuestiones Naturales, 3.29.1) sobre los solsticios de verano e invierno
del Gran Año, todo ello de origen babilónico. Actualmente se ha comprobado por registros
históricos que la insolación en el Hemisferio Norte o en el Sur, y la combinación de la
precesión equinoccial con el movimiento de los ápsides da lugar a períodos glaciales y esto
seguramente se refuerza con la posición de los planetas en los distintos lugares del Zodíaco.
En cualquier caso, los griegos se dedicaron a traducir las tablillas babilónicas, y los
árabes posteriormente tradujeron los escritos griegos y también las tablillas babilónicas y
los libros de la Persia sasánida, y es por esta vía como se comunicó a Occidente la ciencia
caldea; y hasta tal punto era importante ésta, que decir caldeo significó, hasta la Edad
Media europea, lo mismo que astrólogo ó matemático; en la Bula que anatematiza la doctrina
de Prisciliano en el Siglo IV, se condena específicamente como herejes a los "matemáticos",
significando los astrólogos.
Ignoramos si la lira de oro que le fué atribuída a Beroso simbolizaba las doctrinas musicales
del pitagorismo a que nos habíamos referido antes, pero sin duda el pitagorismo está
latente en todos los autores dedicados a la astrología y cosmología de este tiempo. Así
ocurre con Aristóxenes (-356/-300), a quien se conoce como creador de una doctrina astrológica
basada en la música, parecida a las del pitagorismo. Sus principales obras, Elementos
de Armónica, y Elementos rítmicos, se hallan en la línea de las de Nicómaco de Gerasa.
Otro autor bien conocido es Aratus (fl. -315/-250) nacido en Soli o Tarsis, del que nos
queda su poema astrológico Phaenomena et Prognostica, escrito a instancias de Antigonos
Gonatas, rey de Macedonia, en él trata de las Conjunciones y de los Aspectos de los astros.
La doctrina sobre las Conjunciones es fundamental en la astrología, ya que la Conjunción es
el Aspecto fundamental de todas las demás, de aquí que Zenón de Citio (-336/5 á -264/3),
fundador de la escuela estoica, y sus discípulos, los considerasen tan importantes, y se
dedicaran asiduamente al análisis de las doctrinas caldeas. De él tenemos, entre otras
obras, Sobre el Universo, y Sobre los Signos.
De Teodosio de Trípoli (o de Bitinia) (ca. -200/-150) hay un tratado sobre astronomía: las
Esféricas, que tuvo gran influencia durante la Edad Media europea. Asimismo son de él De
diebus et noctis y el De habitationibus, éste sobre la influencia del suelo y el terreno.
Ya en plena decadencia el poder e influencia helénica, el centro de cultura también se desplaza
fuera de Atenas y su territorio, en este caso hacia las nuevas colonias, como la fundada
por Alejandro en el Norte de Egipto, Alejandría, en el Delta del Nilo, con lo que ésta
toma el relevo griego.
Por su parte, la zona mesopotámica seguía con su tradición astrológica, y la religión de
ella derivada en versión más precisa y científica; algunos de sus habitantes, los Nabateos,
practicaban los viejos cultos astrales, y de ahí la importancia de una obra posterior que
es una miscelánea de conocimientos de la época, la Agricultura Nabatea. Se trata de prácticas
contemporáneas de caldeos, asirios y cananeos; la obra fué traducida, hacia el 900 E.C.
al árabe por Ibn Wahsechiyyah Al Kasdam&iiacute;, que era un caldeo desdenciente de una de las
familias más antiguas de Babilonia, refugiadas cerca de Basora y admirador de las obras de
sus antepasados, cuya lengua sin duda conocía bien. Este formó una biblioteca árabe-nabatea
de la que hasta nosotros han llegado tres obras completas y una más incompleta; las primeras
son el ya dicho libro de agricultura, el Libro de los venenos, y el Libro titulado El
babilonio de Tekénluscha, es decir, de Teucro de Babilonia, Siglo I E.C.. La incompleta es
el Libro de los secretos del Sol y la Luna; éste sirvió de texto a los astrólogos medievales
europeos.
Los primeros sabios Astrólogos de la antigüedad, los Caldeos de Babilonia, creían que existía
una afinidad entre las estrellas y las almas de los hombres; que la esencia etérea
es divina, que las almas de los hombres son tomadas de esa reserva y que vuelven a ella
después de la muerte; y que las almas de las personas más eminentes de la humanidad se
convierten en estrellas.
Para esos magos de la antigüedad, "el alma es una chispa de la esencia estelar".
La Astrología no rige nuestros destinos, ningún planeta del sistema solar ordena leyes
inmutables sobre los seres humanos, pero si observamos con un poco de calma su movimiento
celeste, descubrimos en su ritmo pausado, en el caminar de ésas grandes moles, un tiempo
calculado, un orden cósmico, que nos recuerda que formamos parte de sus ciclos junto a
nuestro planeta, miembro también de ésa danza entorno al Sol.
No estamos aislados de un paisaje tan majestuoso y al igual que los sistemas más amplios,
los más pequeños reproducimos también ese ritmo ordenado. Así las leyes que son operativas
entre los grandes componentes del sistema, lo son también entre los más pequeños, humanos,
animales, vegetales...
Los antiguos egipcios sabían que la aparición de la estrella Sirio en el cielo marcaba el
comienzo de las grandes inundaciones del Nilo.
Cuando la constelación de la Cabra aparecía en el cielo nocturno, los antiguos sabían que a
partir de ése momento, los rayos del Sol irían más y más inundando ésa zona del planeta, de
forma que a partir del Solsticio de Invierno, las noches serían cada vez más cortas, y de
ahí los antiguos mitos del nacimiento, de la semilla que germina dentro de la tierra para
comenzar su nuevo crecimiento, el nacimiento del niño Sol, el nacimiento del Mesías Salvador,
que nos introduce en un nuevo año, un nuevo renacer.
Basta asociar las horas más bellas del día con el Lucero Vespertino (Venus), para que éste
sea asociado con la dulzura y la belleza de los tonos del cielo a la hora del atardecer,
igual que cuando amanece y se llama Lucero del Alba.
Existe un ritmo cambiante, multicolor, biológico, celular y planetario más allá de nuestros
relojes de pulsera; y una esfera sobre la que dibujar sus manecillas, el mapa celeste, que
nos recuerda a los Mandalas de la India, con sus dibujos geométricos remitidos siempre al
camino circular que nos conduce a la espiral infinita de la energía.
Universo, del latín, "Universus: lo que gira siempre en el mismo sentido". Los antiguos
también llamaban a éste movimiento inteligente: "Alma del Mundo".
Así los planetas, encarnando nuestros mitos, nos acercan a la realidad que éstos reflejan
desde lo más remoto de nuestra historia. Ellos representan las escenas simbólicas que utilizamos
como reflejo de nuestra realidad interna. El sistema celeste impreso en los átomos
que nos conforman traduce las energías que actúan con mayor o menor fuerza en nosotros.
Los antiguos consideraban a los planetas como personificaciones de sus dioses y les pusieron
sus nombres, más adelante la tradición continúa y los nuevos planetas descubiertos
siguen incorporando los nombres de dioses mitológicos. ¿Coincidencia?, ¿realidad?, ¿magia?,
¿casualidad?, ¿Sincronicidad?. En cualquier caso los identificamos con dioses o arquetipos
que existen y se repiten en nuestro paisaje interior y equivalen a las diversas facetas de
nuestra naturaleza.
De ésa forma simbólica, los signos son también arquetipos de un devenir humano, de ésos
acontecimientos que influyen en nuestra vida. Así diseñamos nuestros procesos vitales y nos
integramos en un proceso universal, en un calendario básico que en primavera florece la
semilla para comenzar un ciclo llenos de vitalidad y heroísmo, y que nos permite como seres
vivos elaborar nuestra supervivencia.
De ésta forma se desarrolla toda una cultura mítica, basada en los ciclos de la naturaleza,
que ordena un tiempo humano y divino, no en un sentido lineal, en el que una hora sucede a
otra hora, sino en un sentido creativo, que contiene una dimensión circular, en el que los
acontecimientos armonizados con un devenir biológico y energético, nos permiten crear las
mejores condiciones en las distintas épocas del año, marcadas por el paso solar y las fases
lunares.
Así el individuo integrado en las costumbres y cultura del grupo, participa de un todo cósmico,
armonizando en ambos ciclos su esencia lunar y solar, inconsciente y consciente,
intuición y racionalidad, sensibilidad y creación, oscuridad y luz, masculino y femenino,
individuo y grupo, en un juego de correspondencias e interacciones míticas que llevan a la
integración vital en todos los niveles, espiritual, mental, emocional, físico, colectivo,
cósmico... Ayudado por los dioses míticos, bases del desarrollo de la conciencia, la experiencia
y la sabiduría.
Existen las normas de interpretación siguientes:
(horóscopo de catarchen, del griego kat-archai = "poscomienzos"), que nos dice la hora oportuna para un determinado evento. Está en contraposición a la astrología del nacimiento, ya que parte de una influencia astral continua, que uno puede utilizar por decisión voluntaria libre. En la astrología del nacimiento, por el contrario, se hace un diagnosis único y permanente del recién nacido que marca definitivamente el destino de una persona.
que se divide en 4:
En la astrología mágica se determinan el lugar, la hora y los medios adecuados para la práctica de la magia.
Bajo esta denominación se resumen las formas modernas de la horoscopia o interpretación del calendario que, aun conteniendo conceptos prehistóricos de las creencias astrológicas de los pueblos, no tienen nada común con la astrología clásica.
Se trata de métodos de autoencuentro (encontrarse a sí mismo) que deben servir al ser humano para descifrar su vida anímica. A ella pertenecen el horóscopo de los árboles (astrología céltica), la astrología de la tierra (Sun Bear, indios americanos) y los sistemas de adivinación que tienen como base las runas.
El planeta Tierra y quienes la habitamos formamos parte de una espiral dinámicamente
rotatorio llamado Sistema Solar. La Astrología como disciplina es quien desde hace varios
milenios se ha ocupado de estudiar los movimientos que dicho sistema astronómico implica.
Al ser observados desde el globo terráqueo, dichos movimientos parecen ubicarse a unos 8° a
cada lado de la Eclíptica, lo que nos estaría dando una banda de 16°, dentro de la cual se
encontrarían dispuestas las distintas órbitas planetarias. Cabe destacar que la Astrología
incluye dentro de las entidades planetarias al Sol y a nuestro satélite, la Luna. Esto ya
nos conduce a la necesidad de realizar algunas definiciones primarias:
Ecuador Celeste: Si al Ecuador Terrestre lo elongaramos y proyectaramos hacia el espacio
celeste, tendríamos lo que se denomina el Ecuador Celeste.
Eclíptica: Es el círculo máximo a través del cual el Sol realiza su movimiento de rotación
alrededor de la Tierra (aunque astronómicamente sabemos que es a la inversa, es la Tierra
la que gira alrededor del Sol, asumimos un punto de vista geocéntrico, en tanto que la Astrología
tiene en cuenta entidades que se encuentran en nuestro planeta), el cual insume un
año.
Zodíaco: Es la banda de 8° por encima y 8° por debajo de la Eclíptica, en la cual se desplazan
los distintos planetas componentes del Sistema Solar (incluidos Sol y Luna).
El Zodíaco es por tanto una circunferencia de 360° y ya en la antigüedad se establecieron
las 12 constelaciones principales (Aries, Tauro, Géminis, etc.), asignándosele a cada uno
de ellos un sector de 30°, ya que el Sol permanece en cada signo aproximadamente un mes.
Entraremos a realizar una breve explicitación referente al significado de cada uno de los
12 signos zodiacales, en tanto que son de uso común y de público conocimiento en cuanto a
su simbolismo básico.
Los signos zodiacales hacen a la cualidad de una experiencia, es decir, representan el cómo
se expresa una energía, en nuestro caso, las energías planetarias. En una palabra, los signos
son pautas que adoptaría una determinada energía arquetípica o un prisma que reflejaría
la luz de acuerdo al grado de inflexión de la misma.
Lo que cabe destacar aquí es que no existen seres de ningún signo zodiacal en particular,
es decir, no hay hombres ni mujeres de un determinado signo (lo mismo es aplicable a cualquier
otro tipo de entidad física o noó. ¿Y ello porqu&eaucte;? Pues como afirmábamos, los signos
son las pautas abstractas de una manifestación descriptiva de energías arquetípicas y por
consiguiente no pueden ser encarnadas por ningún ser en particular, o sea, que la manifestación
de un signo en particular excedería ad infinitum la posibilidad de su expresión por
un ente en particular. Así por ejemplo, un hombre o una mujer nacidos bajo el signo de Cáncer
no necesariamente serán sensibles, afectos a la familia y el hogar y de carácter protector.
Más bien podríamos decir que para ese ser, independientemente de su sexo, Cáncer
(o para el caso cualquier signo zodiacal) daría cuenta de un mito particular del cual el
nativo habría de tomar conciencia y buscar expresarlo en una forma creativa. El signo sería
así un símbolo de aquello que hemos de llegar a alcanzar para realizarnos en nuestra total
plenitud.
Ahora si procederemos a una breve descripción de cada uno de los 12 signos zodiacales:
Aries: Marca el comienzo del año y el inicio del Zodíaco natural. Es la acción del ser. La
impulsividad, el espíritu aventurero, el individualismo. Representa el "Yo soy".
Tauro: Simboliza los recursos, las herramientas con que contamos, tanto a nivel material
como inmaterial. Implica también el como devenimos valor y seguridad. Es el "Yo tengo o
poseo".
Géminis: Representa el aprendizaje mental. Es la apertura en el plano de las ideas, el lenguaje
y la comunicación. Es el "Yo pienso".
Cáncer: La acción sentimental. Implica un estado de receptividad, de nutrición y protección.
Es el "Yo siento".
Leo: Representa el "Quién soy" y el "Yo quiero". Es la seguridad del ser. Es la autoexpresión
lúdica del propio ser. Su esencia es expresarse tal cual es.
Virgo: El aprendizaje mental. Signo analítico y discriminativo, detallista y crítico. Representa
la pureza como índice de separación de lo que se encuentra mezclado. Es el "Yo
analizo".
Libra: Es la acción del pensamiento y el signo más social. Se define en y por relación a.
Es la búsqueda del equilibrio. Es como un espejo que refleja; es el aprendizaje a través
del otro. "Yo armonizo" o "Yo equilibro".
Escorpio: Es la seguridad emocional, el "Yo deseo". Analítico, con una gran capacidad de
concentración, de transformación y de regeneración. Es el Ave Fénix del Zodíaco. Buscadores
de la verdad y sanadores innatos. Representa la verdad en tanto que enfrenta las cosas consigo
mismas, cualquiera sea el costo.
Sagitario: Es el aprendizaje del ser. ¿Para qué soy y por qué soy?. Es la expansión, la libertad.
La búsqueda de la verdad en y a través de un sistema de creencias. "Yo comprendo".
Capricornio: La acciOacute;n material. Es la ambición de lo material en forma planificada. Representa
el poder y el estatus; la profesión. Es el "Yo ambiciono".
Acuario: La seguridad a nivel mental. Es la convicción y la intuición mental. Representa la
humanidad, el altruismo, la conciencia social. Acuario dice "Yo sé".
Piscis: Simboliza el aprendizaje emocional, intuitivo, místico. Es el sacrificio en tanto
que sagrado oficio. Es la entrega y el desapego emocional; el dejarse fluir hacia fuera,
hacia lo desconocido en tanto representa el "Yo creo" en cuanto hace a la fe.
A partir de acá es sumamente importante la consideración de una serie de items mediante los
cuales se pueden agrupar los distintos signos zodiacales, de acuerdo a tres secuencias
básicas:
La modalidad da cuenta de patrones orientativos de accionar. De esta manera los signos
se agrupan en tres modalidades (cuatro signos por modalidad).
Cardinal: Es un movimiento centrífugo, dirigido hacia fuera, hacia un objetivo, con una
direccionalidad. Representa la creación, el actuar, el impulso original. Es el impulso
para iniciar y llevar a cabo algo.
Fijo: Es la protección, la fijeza de algo; implica el sostenimiento y mantenimiento de
lo ya creado. Da cuenta de la estabilidad.
Mutable: Implica alteración, transformación, cambio. Es el futuro; lo que ha de venir.
Es el aprendizaje en tanto que incorpora algo nuevo. Cabe destacar que todos y cada uno
de los elementos se expresan en una determinada modalidad.
Los planetas son básicamente 10, y algunos astrólogos usan también un planetoide llamado
Quirón.
Representan energías que pueden ser consideradas como verbos, en tanto que representan acciones.
Por ejemplo, Marte afirma, Venus armoniza. Es decir, en tanto que son descriptivos
de una determinada acción representan motivaciones e impulsos psicológicos.
Cada planeta podrá encontrarse en uno de los 12 signos ya comentados, los que darán cuenta
de como y de que manera se expresarán. Así tenemos que por ejemplo Marte se afirmará de una
manera ariana o canceriana según el signo zodiacal donde se encuentre, Mercurio se comunicará
de manera capricorniana o acuariana, y así sucesivamente.
Además los planetas tienen diferentes correlaciones anátomo-fisiológicas. Por ejemplo, el
Sol se relaciona con el corazón, Júpiter con el hígado, Saturno con los huesos, etc.
Una breve reseña del significado arquetípico de los planetas podría ser el siguiente:
Sol: Simboliza el deseo del individuo por y de llegar a ser él mismo. Es la necesidad de
expresarnos y de llegar a manifestar y realizar lo que somos en esencia y lo que debemos
cultivar para dejar al descubierto nuestro verdadero ser.
Luna: Representa nuestras necesidades básicas; como las brindamos y como las esperamos recibir;
como nutrimos y esperamos ser nutridos, por y a los demás y nosotros mismos. Es
nuestro niño y nuestra madre interiores.
Mercurio: Es la función vincular. Representa la comunicación, el llevar y traer, el movimiento,
la información. Se relaciona con los brazos y con las manos y por ende con el
entorno circundante y lo que podemos manipular.
Venus: Es la función hedonista por excelencia. Representa lo que uno quiere y desea y lo
que a uno le gusta. Es el arquetipo de la belleza, la sensualidad (Tauro) y la estética
(Libra). Es el amor tanto el sensual (Tauro) como el platónico (Libra). Es un arquetipo
valorativo, en el sentido de lo que me gusta, lo que deseo, con lo que armonizo y soy afín.
Marte: Es el arquetipo de la voluntad y la autoafirmación. Es como nos dirigimos hacia lo
que queremos; nuestro particular modus operandi. Es el agente del disfrute que desea Venus.
Júpiter: Representa la expansión, la incorporación. El aumentar, ampliar, agrandar. Júpiter
dirá: "No estás solo. Lo que crees que es una personalidad aislada en verdad es un ser que
no tiene límites". Es la confianza innata; es el "ahora no puedo, pero sé que en algún
momento lo logaré". Es la esperanza, el donde encontramos fe y confianza; donde vemos oportunidades.
Saturno: Es el maestro de las limitaciones, de la mortalidad, el tiempo, las pruebas. Son
los límites, el conservadurismo, el miedo, la responsabilidad. Saturno nos dice: "Estás
seguro de encontrarte preparado para enfrentarte a..." Es el miedo a fallar, pero también
el preguntarse el porqué de una experiencia; lo que debemos aprender de ella.
En su aspecto positivo es el aprendizaje pragmático; el arquetipo del anciano sabio. Es el
destino, la autoridad. Es la barrera que una vez atravesada, luego de variadas y arduas
pruebas y obstáculos se convierte en un conocimiento que se hace carne en nosotros, que se
transforma en un capital propio y único que nunca nos abandonará.
Urano: Es el primero de los tres planetas llamados "exteriores". Simboliza lo brusco, lo
sorpresivo, lo inmediato. Implica la necesidad de estar abierto a lo que sea y un estar en
permanente contacto con lo nuevo. Es la intuición mental, la capacidad de descubrimiento,
de "insight".
Urano busca romper con lo viejo y estancado. Es lo nuevo, lo original, el progreso, la invención,
la libertad por la libertad en sí.
Neptuno: Es el arquetipo de lo místico, de la trascendencia y/o la desintegración del ego.
Es donde nos sentimos impotentes porque los límites de la realidad se difuminan, ya sea
para bien o para mal. Es la inspiración y la aspiración a trascender y abandonar lo ilusorio,
pero también representa la inercia y el dejarse llevar. Son los sueños, las drogas, la
mística, en una palabra todo lo que nos ayude a hacer abandono del ego.
Neptuno dice: "Si soy infinito, ¿por qué vivir en un mundo de limitación?".
Plutón: Simboliza el poder y la energía subterráneas. Es la capacidad de transformación y
de resurrección de las cenizas. No es una fuerza con la que uno pueda negociar ni transar.
Es una fuerza implacable; no de medias tintas.
Existe en Plutón una necesidad de destruir para poder construir desde cero algo totalmente
nuevo, de ahí su relación con las crisis.
Donde se encuentre emplazado en la carta astral es donde algo "viejo" de uno debe morir
para que pueda nacer algo "nuevo". Muestra donde hay algo oculto que necesariamente debe
emerger a la luz y que para arrancarlo de raíz hay que hacer fuerza, pues en tanto que
acción radical nos transformará y nos purificará.
Así como el Zodíaco se determina por el movimiento de traslación de la Tierra alrededor del
Sol (pero visto desde la Tierra), las casas astrológicas, que también son 12, surgen del
movimiento del globo terráqueo alrededor de su propio eje en el lapso de aproximadamente 24
horas.
Las casas configuran la esfera de acción de las energías planetarias, son los ámbitos de la
vida cotidiana en donde tendrán lugar los sucesos.
Existen diferentes sistemas para la división de la carta astral u horóscopo en casas. El
menos utilizado en la actualidad es el sistema de casas iguales, el cual adjudica a cada
una 30° de arco. Después tenemos los sistemas espaciales que toman como punto de referencia
a algún círculo de la esfera celeste (primera vertical, ecuador celeste, etc.) y los sistemas
temporales que se basan en el tiempo requerido para que un determinado punto (por ejemplo,
el Ascendente) recorra un arco de la esfera celeste. Actualmente los sistemas más
usados son los sistemas temporales y entre ellos Placidus, Koch, y Topocéntrico.
Generalmente se considera la división de la carta en ángulos. Así un observador situado en
la Tierra, a cualquier hora del día, independientemente del lugar donde se encuentre apostado,
verá que hay un signo que se eleva por el Este. Al grado de ese signo se le llama
Grado Ascendente y al signo zodiacal se le denomina Ascendente o Signo Ascendente. (En la
figura es la flecha de la izquierda) Por oposición (a 180°) tenemos el punto opuesto al que
denominamos Descendente.
De la misma manera, para dicho observador habrá un signo y un grado que se encuentran en la
cúspide del meridiano superior, que es un punto situado al Sur y que se denomina Medio Cielo
(MC) (en la figura es la flecha de la parte superior) y un punto inferior situado al
Norte que es el Bajo Cielo (IC o Imum Coeli).
Estos puntos configuran dos hemisferios y cuatro cuadrantes y tanto para los sistemas espaciales
como para los temporales mencionados, los cuatro ángulos se corresponden con las
cúspides de las casas de acuerdo al siguiente ordenamiento: el Ascendente es la cúspide de
la casa 1; el IC es la cúspide de la casa 4; el Descendente es la cúspide de la casa 7; y
el MC es la cúspide de la casa 10. De acuerdo al sistema de división de casas que decidamos
utilizar será el cómo habremos de calcular las 8 casas restantes.
A continuación procederemos a especificar suscintamente el significado de cada casa:
Casa 1 o Ascendente: Es el cómo nos enfrentamos a la vida; la máscara que usamos. Es la
lente a través de la cual percibimos y por ende configuramos la experiencia y el mundo que
nos rodea.
Casa 2: Es la casa de nuestros recursos y valores. Es lo que tenemos como propio y como nos
relacionamos con ello. Es lo que valoramos porque nos hace sentir seguros (por ejemplo, el
dinero).
Casa 3: Es el entorno circundante y lo que en él encontramos. Es nuestro medio ambiente y
como nos relacionamos e interactuamos con él. Por ende es también el lenguaje y la comunicación.
Los hermanos y vecinos.
Casa 4 o IC: Es el hogar, lo íntimo. Puede representar a la madre y/o al padre. Es nuestra
base de operaciones, a partir de la cual se construye y se constituye el resto de la carta.
Casa 5: Es la autoexpresión. Es todo aquello que nos permita expresar el quienes somos;
donde devenimos como alguien especial, donde nos sentimos el centro alrededor de lo cual
todo gira. Se relaciona por ejemplo con los hijos, con los hobbies, etc.
Casa 6: Es donde entramos en contacto con los límites y a través del conocimiento de los
mismos llegamos a una definición más clara de nosotros mismos. Es la correlación entre el
mundo interno y el mundo externo. Se relaciona entre otras cosas con el trabajo y con la
salud.
Casa 7 o Descendente: Es la casa de los otros, donde proyectamos rasgos positivos y/o negativos,
que si bien nos pertenecen somos inconscientes de ellos y los vivimos por intermedio
de otros. En este sentido se relaciona con la pareja, con el matrimonio, con los enemigos
manifiestos, con los socios, etc.
Casa 8: Es la casa de los recursos ajenos (por oposición a la casa 2). Es lo que se comparte;
es como nos fundimos y nos entregamos a otros. Es la fusión con el otro y por ello se
relaciona con la muerte, con el sexo, con lo oculto, etc.
Casa 9: Por opuesta a la 3 da cuenta de los grandes significados, de los porqué de la existencia.
Es la casa de los viajes largos, la filosofía, la religión, etc.
Casa 10 o Medio Cielo: Es el como deseamos manifestarnos en el mundo, como deseamos devenir
reconocimiento. Conjuntamente con la casa 4 configura el eje parental, pudiendo representar
a la madre y/o al padre. Es también la casa de la fama, de la profesión, del estatus, etc.
Casa 11: Por oposición a la 5, el centro no estaría aquí en mi sino en el grupo del cual
nos sentimos parte integrante. Por consiguiente se relaciona con los ideales, los amigos,
las esperanzas. Es la casa de la conciencia social y ecológica.
Casa 12: Representa el anhelo de disolución y trascendencia del ego, de la pérdida de los
límites (opuesta a la 6). Representa el ámbito del inconsciente, sobre todo del colectivo.
Es lo reprimido, la sombra junguiana y por ello se dice que es la casa de los enemigos
ocultos. En tanto es la entrega del ego a un poder superior, se relaciona con los sueños,
las drogas y también con los hospitales y los centros de reclusión.
Técnicamente los aspectos son la longitud medida en grados que configuran un arco. Los aspectos
muestran el potencial de cambio de una carta a través de la distribución de los planetas en
la misma, o sea, implican un diálogo entre los planetas (también incluimos al
Ascendente y al Medio Cielo) que se encuentran en relación angular. Cuando hay aspectos
queremos afirmar que existen relaciones entre energías distintas. Son un experimentar algo
y cabe recalcar que son más importantes los planetas que se encuentran en relación que el
tipo de aspecto.
Los aspectos se dividen en mayores y menores en cuanto hace al grado de manifestación de
los mismos en y a través de experiencias, manifiestas o no. Los aspectos mayores y por ende
más comúnmente utilizados son: la conjunción (aspecto del 1); la oposición (aspecto del 2,
resultado de dividir 360°/2 = 180°); el trígono (aspecto del 3, o sea, 360°/3 = 120°); la
cuadratura (90°); el sextil (60°); y el quincuncio o inconjunto (150°).
El orbe sería el grado de tolerancia o desviación permitido a cada lado del aspecto exacto.
Por ejemplo, decir que en una cuadratura se permite un orbe de 8°, implica que se la considera
en el entorno de los 90° + 8°.
Una descripción suscinta de los aspectos más utilizados es la siguiente:
Conjunción (0° + 10°) : Ambas funciones planetarias se fusionan en mayor o en menor grado,
sin conciencia de ello. Es el aspecto más potente y el grado de armonía o disarmonía dependerá
de los planetas involucrados.
Oposición (180° + 10°) : Es un aspecto de oposición y de complementariedad. Generalmente la
persona toma partido por uno de los planetas y proyecta el otro. Ambos planetas están frente a
frente uno del otro. Es como un choque de fuerzas y por ende es algo que resulta muy
visible para la persona.
Trígono (120° + 8°) : Es un aspecto fluido, de armonía y equilibrio. Da la idea de tener una
serie de recursos a mano y a disposición. Es un símbolo de oportunidad y de realización.
Cuadratura (90° + 8°) : Es un aspecto de fricción, que evoca terquedad y obstáculo. Da idea
de una situación donde hay fuerzas que empujan en direcciones no compatibles. Es un aspecto
de acción, pero donde esta es conflictiva.
Sextil (60° + 4°) : Es un aspecto que otorga cualidades mentales además de capacidad de
trabajar en conjunto.
Quincuncio (150° + 4°) : Es un aspecto paradojal, levemente inarmónico, de no fácil integración.
Es como una picazón que no nos podemos rascar, que por momentos alivia y que por
otros molesta, de ahí su carácter paradojal.
Cabe señalar que cualquiera de estos aspectos puede contribuir en mayor o en menor medida
a nuestra evolución consciente. Por ejemplo, si bien generalmente se habla del trígono como
de un aspecto favorable, no siempre es así. Ello dependerá del conjunto de la carta y del
grado de evolución del ser en cuestión.
En relación a los aspectos, pueden formarse en una carta distintas figuras geométricas que
reciben la denominación de configuraciones planetarias, como ser por ejemplo, las más usadas
el stellium, el gran trígono, la gran cuadratura, la T cuadrada, y el yod entre otras.
También se estudia si se trata de un aspecto aplicativo o separativo; si es un planeta sin
aspectos (cabe agregar acá que también se analiza si es el único planeta en un elemento y/o
en un signo y/o en una modalidad y/o en un cuadrante, etc.).
Consideramos que esto ha de configurar un resumen breve, conciso y concreto que permitirá,
es nuestra aspiración, un mayor acercamiento y una mejor comprensión de lo que la Astrología
representa en cuanto disciplina que es una ciencia-arte-técnica.
Cualquier estudio astrológico serio debe partir de la confección de un gráfico, llamado
comúnmente Carta Astral o Carta Natal, que es la base para todos los demás cálculos específicos
y detallados.
La Carta Astral o Carta Natal es un mapa astronómico o es m´s bien una imagen del cielo tal
como se veía en el lugar y en el momento en que nacimos extraordinariamente preciso en el
cual figuran, desde la óptica de un observador situado en la Tierra, las posiciones de los
diez planetas considerados en la Astrología, su ubicación por signo y casa, y las relaciones
armónicas o disarmónicas (aspectos) existentes entre ellos. La carta se calcula para un
momento único en el tiempo y para un espacio determinado a través de coordenadas geográficas
(latitud y longitud). Cada carta es única e irrepetible.
De la combinación adecuada de los significados de todos estos símbolos el astrólogo podrá
sacar un preciso análisis del sujeto o el acontecimiento consultados y determinar las
líneas más probables de evolución. Podríamos definir, como conclusión que, la carta natal
es "un gráfico codificado de nuestra personalidad" que nos ofrece informaciones acerca de
nuestras tendencias, sentimientos, talentos, debilidades y ansiedades.